EL CONTROL FÍSICO URBANO
Ser Secretario de Gobierno es, quizás, una de la labores más
difíciles que existe en el ámbito de una ciudad, y los Alcaldes ubican allí a
sus mejores funcionarios, o a aquellos a los que quieren proyectar
políticamente.
Históricamente esto último ha sido un error, pues no parece
posible ejercer gobierno con mano firme y aguardar pretensiones políticas, todo
al mismo tiempo. Aunque, podría suceder
que el funcionario en cuestión actuara más allá de las coyunturas y el inmediatismo
electoral y, con buen criterio y responsabilidad hiciese una magnífica gestión
en uno de los aspectos más álgidos y en el que los ciudadanos en general, no
sólo los atados a las maquinarias políticas, consideran que toda administración
debe actuar: una gobernabilidad fuerte y apegada a la ley.
En este momento Pereira tiene un buen Secretario de Gobierno.
El Doctor José Fernando Robledo ha venido intentando tomar las
riendas de problemas complejos como la invasión del espacio público, los homicidios,
la limpieza de parques y calles, entre otros.
Frecuentemente se le ve, en el centro y otros sectores, dialogando con
los ciudadanos y percatándose de primera mano de las problemáticas relativas a
estos asuntos.
Una de las labores pendientes es el control físico urbano. Prácticamente, Pereira no tiene acciones
contundentes en ello desde la Alcaldía de Martha Elena Bedoya. Y el desmadre de
las construcciones ilegales no se compadece con las fuertes restricciones y
obligaciones impuestas a los constructores formales.
Recientemente el dr. Juan Alejandro Angel, presidente de CAMACOL
Risaralda, ha venido denunciando las construcciones ilegales en el sector de
Cerritos. En esta zona, venimos
presenciando cómo los ilegales invaden con sus edificaciones las vías proyectadas
en el POT, imposibilitando de hecho el adecuado desarrollo de este valioso
territorio municipal.
Estoy segura que la problemática se repite en otros lugares, pero
el sector occidental es el área de reserva más grande para el crecimiento
ordenado de la ciudad, y por eso nos preocupa tanto que, pudiendo construirlo
bien desde el principio, estemos permitiendo que se malogre.
Tanto en el control de las construcciones ilegales como en el de
las invasiones, nuestro municipio parece haberse vuelto demasiado laxo.
Remediar lo mal construido cuesta demasiado y, en ocasiones, sencillamente ya
no es posible revertirlo.
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