martes, 25 de octubre de 2016

POR SI ACASO





Por medio de un decreto el Alcalde de Pereira ha ordenado la supresión y liquidación del Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo y del Instituto de Fomento y Desarrollo de Pereira, INFIPEREIRA, esgrimiendo someramente el argumento de la inviabilidad financiera.  

La administración municipal deberá sustentar estas decisiones ante las entidades de control, así que no es mi objetivo ejercer un papel que no me corresponde.

Más bien, dando por supuesto que pueden existir razones válidas para esta decisión, y presumiendo que las actividades que hoy se desarrollan, fundamentales para la ciudad, no se verán afectadas; más bien – según lo han dicho - tal vez podrían mejorar, me permito llamar la atención sobre algunos aspectos.

No es lo mismo una Secretaría de Competitividad que el actual INFIPEREIRA. Como banco de fomento y como gestor y promotor de iniciativas de desarrollo, difícilmente este podrá ser eficientemente reemplazado por una Secretaría de Despacho. En cuanto a la propuesta de crear una nueva Empresa de Renovación Urbana (ERU), lo que me preocupa es que las tareas que hoy acomete el INFIPEREIRA abarcan pero trascienden la transformación de la ciudad construida; y que, como en el pasado, la nueva ERU no tendrá recursos propios.

En ello, hablo con conocimiento de causa. Yo fui la gerente liquidadora de la pasada Empresa de Renovación Urbana (ERU), que se encontraba en causal de disolución –precisamente por no contar con fuentes propias de financiamiento-, y desde allí lideré la primera etapa del plan de Renovación Urbana de Ciudad Victoria.  

Al liquidarse la ERU y crearse la Secretaría de Gestión Inmobiliaria (existente todavía), han de creerme que era yo quien financiaba con mis recursos muchas de las gestiones que se requirieron para concretar a los inversionistas que a la postre terminaron vinculándose al proceso de renovación.  

Es realmente muy difícil –una verdadera odisea- hacer gestión desde el sector central, atados a la rígida estructura administrativa y de procedimientos legales que lo caracterizan.  Aplica igual para la propuesta Secretaría de Cultura.  

Habrá que ver y el tiempo permitirá las respectivas evaluaciones.

Seguramente las dos entidades hoy en liquidación están sobrecargadas de burocracia, legado de pasadas administraciones, pero no parece sensato desmantelar la institucionalidad de una ciudad pudiendo reestructurarla sin que por ello se pierdan la autonomía y la capacidad de gestión.

Lo que me lleva a pensar que la motivación es otra. Y es que tal vez el Alcalde requiere recursos en el sector central para aumentar su capacidad de endeudamiento y poder financiar el plan de desarrollo.

De paso, no es lo mismo Pereira al Aire, emisora de música romántica con gran audiencia en los estratos populares y lo que ello significa en el manejo de los asuntos políticos, que la Emisora Cultural Remigio Antonio Cañarte: un proyecto de construcción de cultura colectiva diversificada, apuesta de largo aliento con sobrados méritos y patrimonio cultural de todos los pereiranos.  Esto último, como dicen, por si acaso.

Foto por: Jess Ar

martes, 18 de octubre de 2016

DE LA LITERATURA


Releyendo a Madame Bovary, la inmortal novela de Flaubert, hago conciencia de ese lenguaje, tan simple y tan complejo a la vez, de tal forma que cada una de sus frases pareciera un enigma que remite a infinitas interpretaciones.

Es la magia de la literatura, aquella que nos dice acerca de nosotros mismos sin importar el tiempo o el lugar en el que haya sido concebida.

A través de los mismos signos que bien pueden usarse para comprar el pan en la tienda del vecino, los escritores crean frases que atrapan lo que está allí afuera para ser relatado, y usando metáforas y otras figuras literarias construyen mundos simbólicos con los que nos identificamos: reflexiones sobre lo que somos, en soledad y también en la relación, fructífera y ambivalente, con el Otro que nos constituye humanos.

Mi cabeza da vueltas por estos días tratando de comprender por qué a Emma Bovary sus intentos de autonomía y autodeterminación le salieron tan mal.

¿Qué sucio círculo se fue cerrando sobre ella, abandonada por sus amantes y agobiada por el usurero -iguales todos a los de todos los tiempos-, en su intento por alcanzar en vida aquello que la salvara de su condición de mujer casada con un hombre que no la satisfacía en ningún aspecto, y que al final resultó ser el único que la amaba verdaderamente?

Formas etéreas que sólo existían en su imaginación y en las novelas que leía, al volverlas realidad se le fueron desdibujando, y sus sueños románticos se le escaparon como el agua entre los dedos, al tiempo que su vida se iba haciendo un nudo que la llevó a la sin salida de su último acto afirmativo: el suicidio.

¿A algunos de los que leen este artículo, aunque jamás se hayan interesado por  Flaubert, referente indiscutible de toda literatura, les suenan estas pequeñas tragedias, que a la postre son las únicas que cuentan para cada uno de nosotros en el lapso que nos es dado vivir?

Si se animaran a leer esas frases perfectamente construidas, y se dejaran permear por el núcleo humano que en ellas habita; si desprevenidamente lograran captar lo simbólico de esta historia y hacerse reflexiones sobre tantos temas humanos sin respuesta por los siglos de los siglos, llegarían a la conclusión de qué es la buena literatura, sin necesidad de extensas discusiones o elaboraciones teóricas.

La historia es apenas un pretexto, y el instrumento tan solo un vehículo para lograr lo que el creador se propone: impactar el alma de su audiencia de tal manera que su vida no pueda ser igual después del contacto con la creación poética.

Aplica también para dilucidar si un Nobel de literatura fue otorgado bien o mal a un cantautor y poeta.



Foto: Archivo Libre.

martes, 11 de octubre de 2016

CAIMALITO Y LOS ENCLAVES DE PRE MODERNIDAD






Caimalito es una población ribereña que forma con La Virginia una verdadera conurbación. Cruzando el puente Bernardo Arango, los habitantes se movilizan entre ambos poblados de la manera más amable y sostenible: a pié o en bicicleta.

Recientemente estuve allí transitando despacio su calle principal, mirando la infraestructura que tiene este lugar en el que habitan más de 20.000 pereiranos, respirando ese aire peculiar; tan indefinido entre campo y terreno urbanizado.

Hay un contraste inmenso entre el centro poblado y su perfil constructivo, y el de su vecino más cercano, la Zona Franca Internacional de Pereira. Las inmensas bodegas parecen terribles moles amenazantes frente a las pequeñas viviendas hechas de ladrillos cocidos y tejas de barro.

Según la funcionaria encargada de la Responsabilidad Social Empresarial del Operador de la Zona Franca, aunque se ha pretendido una masiva vinculación laboral de los habitantes de Caimalito a las empresas que se han asentado allí, lograr este objetivo no ha sido posible.  Entre otros factores, resulta ser que los pobladores de esta zona no se acostumbran al horario laboral y no tienen las competencias que se requieren para afrontar un empleo formal.  Parece ser que la concepción moderna del tiempo como recurso productivo aún no ha sido instalada en sus mentalidades.  Al verlos deambular sin camisa y en chancletas tuve la sensación de que son libres, aunque estén sometidos a precarias condiciones de vida.

Tal vez a la hora de la vinculación laboral no basta con intentar adaptar a los habitantes a las prácticas laborales estandarizadas y sea necesario entender mejor sus rasgos culturales de población ribereña. Recuerdo que este tipo de “adaptaciones” se han intentado con éxito en industrias asentadas en la zona de Yumbo (Valle del Cauca), en donde la presencia de poblaciones indígenas y afrodescendientes dificultó también la inserción laboral en estándares de productividad tradicionales.  

Sentada en una panadería pensé en las dificultades de proyectar un territorio tan amplio y tan diverso como el de Pereira. Recordé a la antigua Sopinga de Bernardo Arias Trujillo, a Juan Manuel y a Carmelita, enredados en historias que siguen siendo plenamente vigentes hoy en esa especie de tiempo detenido que se respira en Caimalito.  

Los que creemos conocer las ciudades y sus lógicas no podemos más que desconcertarnos ante los rasgos híbridos de nuestra sociedad,  que no atiende a una plena modernidad urbana con sus códigos de habitabilidad y de racionalidad productiva, y más bien prolonga en el tiempo formas de habitar el territorio y prácticas de subsistencia que se resisten a las imposiciones del sistema económico y social.

Nos falta mucha reflexión para entendernos y desarrollar las prácticas sociales y productivas más adecuadas a la mentalidad de las poblaciones que pretendemos proyectar y gobernar.  Partiendo de la “ignorancia ilustrada” que nos caracteriza, los intentos de inclusión social que desconocen las subjetividades y los sistemas de pensamiento de las diferentes poblaciones, estarán eternamente condenados al fracaso.



Foto por: Jess Ar

martes, 4 de octubre de 2016

LO QUE NOS QUEDA DEL PLEBISCITO



Los resultados de la votación de los colombianos el pasado domingo generaron un desconcierto en aquellos que creían que el SÍ tenía asegurada la victoria en las urnas.
Pasado ese impacto, es deber de todos reflexionar en la manera de aportar para lograr el cese del conflicto armado en Colombia.

Como he venido insistiendo, estábamos en el escenario de un acuerdo político, que buscó una refrendación cuyo trasfondo también era eminentemente político.
El presidente Santos jugó sus cartas para lograr un respaldo popular a lo pactado, lo cual le daría margen de maniobra, no necesariamente para su implementación –bien es sabido que no era necesario tramitar el acuerdo a través de un plebiscito- sino para la proyección política de quienes habrán de manejar el país del postconflicto.

Lo que estuvo en juego todo este tiempo, así al colombiano de a pie se le hubiera hecho creer otra cosa, fue una puja de fuerzas de los diferentes actores políticos del país y no tanto el contenido de los acuerdos, y mucho menos, como lo han reconocido todos los actores comprometidos en este proceso, incluidas las FARC, la voluntad de buscar la paz.

Llevamos más de cincuenta años involucrados en una lucha sin vencedores ni vencidos, en la cual el único perdedor ha sido el pueblo colombiano. Y, no obstante, durante los últimos cincuenta años no había sido posible sentar a este grupo guerrillero y llegar, aunque fuera por medio de un proceso tortuoso y lleno de imperfecciones, a un escenario de negociación con un acuerdo firmado.

Infortunadamente, y así lo han demostrado los hechos, quien logró el acuerdo fue un gobierno impopular al que los votantes le pasaron una cuenta de cobro. Esto no pudo preverlo el Presidente Santos, quien en su afán de proyectar políticamente al país en función de sus objetivos partidistas, no pudo calcular el riesgo que corría su principal propósito.
Así son los políticos: siempre en campaña.

No podemos equivocarnos en el sentido de entender que lo que se prolonga con la victoria del NO en las urnas es el escenario de la negociación política, que ahora, necesariamente, deberá incluir a otros actores, en este caso al Centro Democrático quien se auto otorga la representación de quienes votaron en contra del plebiscito, así no todos ellos se sientan representados por esa fuerza política.

Lamento pensar que primarán más los intereses de cada sector; y que la primera en entrar a este debate será la puja por las presidenciales de 2.018.
Mientras tanto, los colombianos que queremos la paz seguiremos trabajando, cada uno desde el lugar que ocupa para aportar a construir escenarios de convivencia pacífica. Es un decir y no lo es: la paz empieza por uno mismo. En ello, la actitud de cada colombiano será definitiva para lograr cambiar lo que tanto dolor ha causado en el último medio siglo.


Foto tomada de: Publímetro.co