lunes, 24 de junio de 2013

¡¡¡PEREIRANAS, A MUCHO HONOR!!!

Es difícil decir “soy pereirana”.  Muchas, no sin razón, han optado por decir: “de Pereira”, “nacida en Pereira”, y otras, vergonzantes, hacen la consabida aclaración: “de Pereira, pero no pereirana”.   Independientemente de cómo lo asuma cada una, lo cierto es que cargamos con un estigma, algo parecido a una perpetua “letra escarlata”.

Por ejemplo, cuando fui a Bogotá a hacer un estudio de postgrado, mis compañeros me recibieron con la siguiente pregunta: “¿es verdad que todos los prostíbulos de Colombia se llaman las pereiranas?”.  Fue una agresiva introducción a la cual tuve que hacer frente con valor y algo de antipatía.

Pienso que el asunto obedece a razones de fondo, al hecho de que la prostitución, en efecto,  se ejerce  aquí,  o es ejercida en otras partes,  por personas provenientes de esta ciudad.  Y, también, hay algo de forma,  es como un apodo.

Las condiciones sociales hacen que las personas tengan que comerciar con lo que tienen, aquello que no requiere grandes inversiones para ser productivo.  No sé es prostituta por vocación, deseo o voluntad de serlo, aunque seguramente habrá sus excepciones.  Esta es una condición inherente a la pobreza, como lo son las invasiones en zonas de alto riesgo o las ventas informales.  El hambre, en general, lleva al ser humano a medidas,  muchas veces desesperadas,  en busca de la supervivencia.  Para eliminar el síntoma hay que ir a la causa.

Las mujeres del común no tenemos acceso a las entidades responsables de tomar acciones en cuanto a las redes de trata de personas, o a estudios comparativos a los cuales se pueda echar mano para desmentir o confirmar si la prostitución se ejerce en esta ciudad de una forma más extendida que en otras.   Además, no creo que llegar a demostrarlo, si fuera posible, tenga ninguna utilidad. 

No obstante, trabajadoras, madres, deportistas, artistas, ejecutivas,  intelectuales,  profesoras, estudiantes, etc., no tenemos por qué ser sumisas y aguantarnos el remoquete.  No hay que hacer eco de la estulticia dando explicaciones pendejas porque, además, es mejor ser desinhibida que frígida, y, el ejercicio libre y consciente de la sexualidad es una conquista de la sociedad moderna. 

Gracias a nuestra lucha por ser autónomas no tenemos que seguir aparentando ser “eternas vírgenes”.  Ya no necesitamos convencer a nadie de nuestras castas virtudes para que nos sostenga de por vida.  Así que, en igualdad de condiciones, no hay por qué dar cuenta sobre la vida íntima, y es de tontos pensar que una cierta tendencia a la promiscuidad sea definida por la ciudad de origen.  

Una actitud seria y firme frente a este fenómeno ayudaría, por lo menos en la forma, a quitarnos esa molestia de encima y a dejar al descubierto la ignorancia, el mal gusto,  y la pobreza intelectual del interlocutor que apele a estas insinuaciones.  Hay reflexiones mucho más importantes que hacer con respecto a este tema.  Por eso, trascendamos el hecho,  y no nos sintamos aludidas en lo más mínimo.  Como decía la mamá: ¡a palabras necias oídos sordos!. 


lunes, 17 de junio de 2013

“PIENSA, ALIMÉNTATE, AHORRA”

Bajo este lema se celebró, el pasado 5 de junio, el día mundial del medio ambiente.  Se trata de una campaña para reducir los desechos de alimentos.   Según la FAO, cada año se desperdician 1,3 billones de toneladas de comida, 1 de cada 7 personas se va a la cama con hambre y más de 20.000 niños menores de 5 años se mueren de hambre cada día.

Las estadísticas son frías, pero, 20.000 personas pueden llenar un estadio.  Así  que somos una “civilización” que mata de inanición a niños pequeños, a razón de un estadio por día. 

La producción industrializada de alimentos no ha logrado la eliminación del hambre, pero sí ha dejado a su paso devastadoras consecuencias para el medio ambiente y para los seres humanos.  Estudios muy serios, como los realizados por la investigadora y documentalista francesa Marie-Monique Robin, delatan la “mafia” en la que se ha convertido la producción masiva de alimentos y el control de la misma a través de la manipulación de las semillas.  Es sólo una de las voces que se han venido alzando en contra de los abusos de las multinacionales, como Monsanto, y de la agroindustria, cuyos efectos adversos no se compensan con los resultados.

Según la FAO, la producción mundial de alimentos ocupa un 25% de la superficie de la tierra, a ella se destina un 70% del consumo de agua,  y genera el 80% de la deforestación y el 30% de los gases que se producen en el planeta.  Es, por lo tanto, una de las actividades que más afecta la pérdida de la biodiversidad y los cambios en el uso del suelo.

Nuestras miradas, en cuanto a hábitos ecológicos, están enfocadas en las emisiones de los vehículos, el reciclaje, el desperdicio del agua a nivel doméstico, etc., todo eso está muy bien.  Empero,  no estamos cayendo en cuenta de lo que comemos, cómo lo escogemos, y cuánto botamos.  Al desechar comida se están desperdiciando todos los recursos que se emplearon para cultivarla y procesarla.  Adicionalmente, muchos de los alimentos que consumimos no tienen ningún valor nutricional  y están repletos de químicos que afectan gravemente a la salud.

Infortunadamente no tenemos acceso a los medios de producción,  y se nos dificulta tomar decisiones de compra informadas y racionales.  Nos toca contentarnos con lo que se nos ofrece en el mercado.

Sería muy importante que,  más allá de la retórica de la frontera agrícola municipal, se le diera un impulso a la agricultura ecológica.  Es seguro que, siendo este un interés mundial ratificado por la FAO, deben existir recursos para cofinanciar proyectos de este tipo.  Existe a nivel mundial una población,  en rápido crecimiento, dispuesta a pagar por este tipo de productos.  En un principio se podría atender el mercado local –muy desabastecido de esta comida- y se abriría una alternativa de negocio para nuestros productores del campo, con muchas opciones a futuro.  Algo realmente innovador y con alto valor agregado.  Producir comida de manera ecológica no significa hacerlo como lo hacían nuestros antepasados, para ello, los avances de la ciencia también cuentan.






martes, 11 de junio de 2013

¿OTRA FRUSTRACIÓN EN EL SESQUICENTENARIO?

Han sido muchas las voces que se han alzado,  desalentadas al observar lo que han denominado improvisación o falta de planificación,  en cuanto a las celebraciones del Sesquicentenario.

De lo que se ha visto hasta ahora y lo que falta para los días restantes,  se pude decir que en materia de infraestructura nos viene salvando la gestión de la Cámara de Comercio con su Centro de Convenciones, puesto que la Alcaldía se limitó a un pálido proyecto de remodelación de la calle 19.  Y, en cuanto a las actividades culturales, se ve un esfuerzo por parte del Instituto de Cultura que,  aunque carente de presupuesto, ha intentado ofrecer una variada programación de eventos y espectáculos.

Precisamente, se viene gestando desde hace tiempo una empresa cultural bien interesante.  Es este un proyecto teatral, que consiste en reconstruir nuestros inicios como asentamiento, como incipiente poblado, recreando la historia de Sopinga –nombre primero dado al puerto de La Virginia-, basándose en la novela “Risaralda” del escritor caldense Bernardo Arias Trujillo. 

Pues bien, gracias al empeño tozudo de su director, el actor de teatro Germán Jaramillo, se han venido dando pasos importantes para consolidar el proyecto, se hicieron los castings para los actores, todos procedentes de las comunidades que habitan la región, y el contenido teatral está bien avanzado.

Sin embargo, para llegar a la puesta en escena, se requieren unos recursos que se han venido gestionando.  Aunque no se pudo comprometer a las entidades del gobierno local con una suma significativa que permitiera todas las facilidades técnicas, conociendo las dificultades presupuestales que nos agobian,  todo se adaptó para amoldarse a los recursos convenidos.

Por eso sorprende que,  cuando se esperaba ultimar los detalles para su estreno en agosto, de los recursos comprometidos hayan desaparecido la mitad, pues ligeramente fueron gastados en otras cosas.  Confiamos en que esta situación pueda corregirse,  ya que pone en riesgo la realización de la obra. 

Este proyecto es un aporte significativo a la construcción de identidad, que buena falta le hace a la ciudad.  Nosotros, que hemos sido “signados” con el estigma de  “Sin Tetas No hay Paraíso”,  y otras producciones que poco bien le hacen a nuestra autoestima colectiva, requerimos con urgencia miradas diferentes de nuestra procedencia, de quienes somos y para donde vamos.  “Risaralda”, que seguramente será un magnífico montaje de la más alta calidad artística, podría convertirse en un comienzo para  empezar a quitarnos de encima tanto señalamiento de ser una sociedad de putas y mafiosos. 


Estamos seguros que el primer mandatario dará las órdenes que se requieran para que no se pierda este esfuerzo, que en buena hora puede llegar a engalanar las celebraciones, y de esta forma evitará que este empeño se convierta en otra frustración.  De paso sería una bonita manera de honrar la memoria de Gabriel Germán Londoño.  Por eso hoy nos atrevemos a decir:  ¡¡¡Salve usted la obra Señor Alcalde!!!

martes, 4 de junio de 2013

15.000 NUEVOS EMPLEOS: VAYA CIFRA!!!

Según los datos revelados en días pasados,  por una representante del Ministerio de Trabajo que estuvo de visita en nuestra ciudad, esta es la cifra de empleos que se requieren crear para igualarnos, por lo menos, a la tasa de desempleo a nivel nacional. Y es que es lamentable lo que le ha venido sucediendo a Pereira:  una destrucción masiva del empleo que la ubica entre las ciudades con mayor número de desocupados.

Le hemos apostado al comercio, puntualmente a la localización de las grandes superficies, entregándoles beneficios para garantizar la inversión de sus capitales, y no hemos obtenido mayores réditos en cuanto a la creación de nuevos puestos de trabajo y,  mucho menos,  en relación a los encadenamientos con el sector productivo de la región. 

No quiero con esto decir que esté mal que hayan venido estas inversiones.  Además,  con o sin la anuencia del sector público, igual hubieran llegado.  Quiero manifestar que para garantizar un horizonte de desarrollo económico, es necesario definir las acciones que habrán de ejecutarse para lograr modificar el rumbo,  que en esta materia hoy parece más bien embolatado, y no seguir actuando como hasta ahora,  al vaivén de los acontecimientos.

Decía el Dr. Roberto Gálvez en este periódico que a la situación que hoy vivimos hay que enfrentarla con planificación.  Concuerdo con él en que se requiere una planeación adecuada de nuestro desarrollo, a partir de nuestras fortaleza y ventajas competitivas, integradas en un plan sistemático que tenga su sustento en el estudio de nuestra realidad, comparada con el entorno inmediato, ampliado y global.  Para ello,  hoy más que nunca, parece imprescindible el liderazgo del sector privado. 

También sería interesante retomar la idea de un centro de pensamiento.  Han existido varios, el CIR el más recordado de todos.  Desde él se produjeron grandes estudios  sobre la realidad local y regional que sirvieron como guía para orientar políticas de desarrollo.  No obstante este y los otros fracasaron,  fueron mal administrados, y no llegaron a los resultados esperados.  Pareciera ser la razón de su fracaso su excesiva dependencia del sector público,  sobre todo por la falta de continuidad de las políticas y los presupuestos, cambiantes con cada período de gobierno.


No obstante, los errores del pasado no pueden confundirse con las necesidades del presente, hay que aprender de ellos y retomar sobre nuevas bases.  Por eso propongo que sea el sector privado, representado por los gremios, quien re lance la iniciativa de un centro de pensamiento regional y la financie.  Parece poco sensato tener grandes inversiones en una ciudad que no sabe para donde va, que no estudia su pasado y no planea su futuro.  Gran parte de los problemas que hoy padecemos proceden de esta debilidad.  Por eso, como un mecanismo para asegurar el porvenir de sus empresas y también como un gesto de responsabilidad social, este sería un gran aporte del sector privado al desarrollo de nuestra ciudad.