lunes, 8 de abril de 2013

TEXTOS Y PLANES INUTILES: A PROPOSITO DE LA REVISION DEL POT


El primer plan de ordenamiento, formulado en el año 2.000, se ha revisado y vuelto a revisar. Aunque lo exige la legislación, sería bueno saber si todos estos estudios, costosos en plata y tiempo, han conducido a algo.

Mientras tanto,  los profetas de la planificación se desgastan en insulsas discusiones, redactan extensos documentos que, más allá de enredados retoques técnicos, son muy parecidos a los anteriores,  y que terminan sin aprobar.  Y, vuelven a ser contratados,  para elaborar nuevos volúmenes a los que finalmente no se les da uso. 

No es posible hacer una abstracción,  de la ciudad y del territorio,  distinta cada vez. Se trata, más bien, de revisar cómo ha funcionado lo ya planteado, y de corregir.  Cambiar el modelo de desarrollo sería contraproducente, entre otras,  porque todas las obras de expansión de redes de servicios públicos han sido ejecutadas partiendo de la visión de desarrollo ya definida.  Se dejaría sin utilidad todo lo que se ha invertido, un verdadero despropósito. 

Si, en el primer POT, se identificó la zona occidental –Cerritos-, como la de mayor aptitud para la expansión, no es que haya caído un meteorito y cambiado el curso de los ríos,  y que la tierra con  mayor potencial sea otra.  Y  el movimiento de las placas tectónicas no ha cesado, haciéndonos menos vulnerables a los sismos, y  por eso, hoy,  como ayer, construir edificios sigue siendo más caro que construir casas, así que,  por decreto,  no nos vamos a volver como Manhattan, una isla densa y costosa.   Lo fundamental ya está definido por las características propias del terreno. 

Aunque hablar de densificar está de moda, y concentrar el desarrollo tiene muchos aspectos positivos, cuando las ciudades se vuelven compactas los precios de la tierra suben hasta las nubes, y los primeros perjudicados son los proyectos de vivienda para la gente más pobre, que necesitan suelo barato.  He ahí una contradicción que no entienden bien ni técnicos ni políticos, quienes pretenden implementar modelos foráneos sin análisis ni contexto.

Y en cuanto a la articulación del desarrollo físico con el económico, el mejor aporte sería volver las cosas prácticas y sencillas de aplicar, para facilitar al máximo la concreción de las iniciativas privadas y limitar la corrupción que generan los trámites extralegales.  Todos los intentos por enredar las cosas obedecen, o bien a ignorancia disfrazada de erudición, o a intereses económicos, por ejemplo ampliar el perímetro sanitario,  sin necesidad,  para beneficio de oscuros personajes.

Llevamos tiempo en procesos que se quedan truncos. Le ponemos, como decía mi mamá, mucha música al asunto, esa es la mentalidad burocrática.  Seamos más simples, con menos contratos de consultoría pero con resultados más concretos.  La ciudad, mas allá de tantos textos inútiles, sigue desarrollándose, así sea a empellones, sin conceder excesiva importancia a la teoría, puesto que la práctica es la maestra de la verdad.

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