Un embarazo no deseado en una jovencita surge de un momento en el
que, generalmente, la ignorancia decide la suerte de la mujer y del
hijo en gestación. Las consecuencias de un
aborto ilegal pueden llegar hasta causar la muerte de la madre. Pero, decidir tener el hijo, tampoco es la mejor opción. Qué puede aportar una persona en plena
formación, que aún no puede llamarse adulta, a un ser que nace bajo su tutela y
cuidado?
Seguramente, existirán maravillosas experiencias de abnegadas
mujeres que tuvieron que volverse adultas, de un solo golpe, a fuerza de convertirse en madres. Qué sacrificio!!! Aunque se ame a los hijos,
y se obtengan buenos resultados en este intento, qué distinta hubiese sido la
suerte de muchas si no hubieran tenido que abandonar sus sueños, sus
aspiraciones, para convertirse en prematuras madres. Y qué diferencia en las enseñanzas, en la
guía que esas mismas mujeres hubieran podido dar a sus hijos, si hubiesen
tenido la fortuna de gestarlos en su edad adulta.
Lo ideal para los jóvenes sería empezar la vida sexual lo más
tarde posible y con las máximas precauciones, y, al momento de decidir tener un
hijo, hacerlo con la debida planeación.
La realidad es que cada muchacho o muchacha decidirá el cuando y el
cómo, y, si cuentan con una buena cantidad
de herramientas, tal vez cometerán menos errores. En ello radica la importancia de una adecuada
educación sexual, amplia, abierta y científica.
En cuanto al aborto, si se legaliza, habrá menos muertes de
mujeres. Aunque, en teoría, hoy es legal
hacerlo en los casos excepcionales, como lo resume la revista Semana, en la práctica sigue siendo casi imposible
pues se le interponen múltiples trabas. Y,
en cuanto a los casos no contemplados en la legislación, lugares para abortar
siempre ha habido y seguirán existiendo, sin las condiciones debidas y con
altos riesgos para las mujeres. Por lo
tanto, legalizar no es una cuestión de credos sino más bien un tema de salud
pública.
No obstante, lo mejor sería
que no hubiera embarazos no deseados y que no hubiese abortos, salvo en
situaciones debidamente justificadas.
Así sea con legalidad, abortar es una terrible experiencia, dolorosa
físicamente, y que deja huellas imborrables, sobre todo en la madre, sentimientos
de culpa y de pena que pueden acompañarla por el resto de su vida.
Por lo tanto, es muy
importante llamar la atención en este debate sobre el problema de la educación
sexual, ya que de esta forma se garantiza el derecho que tiene las mujeres a
estar informadas para determinar su vida,
decidir su suerte, ser dueñas de
su propio destino, y evitar traumatismos o eventuales muertes, sobre todo en
las más jóvenes.
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