Estuve
viendo la presentación de Caetano Veloso
en Bogotá. Es este cantante brasilero, a
sus 71 años, un artista en toda la extensión de la palabra. Con su álbum “ABRAÇAÇO”, que significa algo así como “abrazote”, demuestra que su proceso creativo no se ha detenido. Esperaba encontrarme a un intérprete que venía
a complacer a su público, capturado desde los viejos tiempos de la Tropicália,
interpretando éxitos como “Você é Linda”,
o “Soy Loco Por Ti América”. No obstante, fui sorprendida por una especie de abuelo
rockero, que se desempeña histriónico en
el escenario, haciendo uso de una música muy actual, por momentos casi
metálica, electrónica, sonidos “duros” que contrastan con la calidez de su voz,
esa misma que conserva perfectamente y que le permite cantar mejor en vivo que
en sus grabaciones, dándose el lujo de hacerlo a capela, explotando todas las
virtudes de su arte.
Viendo
esto recordé cuando con unos amigos traíamos espectáculos musicales a Pereira, y
nos dimos a la tarea de presentar a un legendario de la música romántica, una
de las mejores voces de España: Juan Bau. ¡Qué magnífica voz!, intacta a pesar del paso
del tiempo, y ¡qué artista en el escenario!, con una gran entrega y un inmenso
respeto por su público. En esa
oportunidad, nuestro resultado económico fue mediocre, y yo me preguntaba por
qué la gente prefería abarrotarse para ver a Nino Bravo o a José José,
los intérpretes del programa televisivo “Yo
Me Llamo”, los cuales provocaban en los asistentes verdaderas histerias, quienes
los aclamaban como si fueran los cantantes originales.
No
pude dejar de notar, con cierta amargura, la total alienación producida por los
medios de comunicación, que anula el criterio haciendo creer ciegamente en la
fantasía, y llevando a confundir la realidad con la ficción. De esta manera, hoy otorgamos, sin mayores distinciones,
propiedades extraordinarias a asuntos ordinarios, e ignoramos por completo las
verdaderas maravillas que puedan presentarse a nuestro alrededor. Lo importante es lo que vende “la tele”.
Aunque
no fue ampliamente publicitado, este no fue el caso de Caetano, a quien 1.700 personas aclamaron durante su presentación
en el Jorge Eliécer Gaitán. Mi acompañante sentenció que parecía el Paul McCartney de América. Podría sonar exagerado, pero resulta
indiscutible que la poli tonalidad de su voz, el gran carisma que despliega en
el escenario y ese deseo de seguir creando, lo han llevado a ocupar un lugar
muy destacado en la historia de la música contemporánea.
Una
anécdota. El álbum tiene una canción muy
emotiva que se llama “A Bossa Nova É Foda”. Un periodista capitalino que lo entrevistó, interpretó esto como: “La Bossa Nova es una mierda”, y así salió publicado en los
periódicos. Se vio el artista en la
penosa obligación de explicar que Foda
es un vocablo, tal vez como Saudade,
que no tiene una traducción exacta, pero
sí un significado, el cual trató de explicar haciendo un símil al estilo
español. Dijo que podía ser algo así como
“un polvazo”. Pues
bien, para mí, Caetano
Veloso É Foda!!!
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