martes, 26 de marzo de 2013

UN PARQUE LINEAL Y LLENO DE VIDA


Recientemente tuve la oportunidad de caminar por el parque de la rivera del Río Hudson, en New York.  Desde 1998, a partir de la creación de una entidad privada sin ánimo de lucro -Hudson River Park Trust-,  encargada del diseño,  la construcción, la operación y el mantenimiento de este parque lineal, se han recuperado los 8 kilómetros que recorre desde el Battery Park,  en el Lower Manhattan, hasta la calle 57.   Esta entidad es autosostenible, ya que a partir de los recursos inicialmente otorgados por el estado,  deriva sus ingresos de la explotación de las actividades que se realizan en él y de donaciones.

A lo largo de sus cinco millas, cuenta con una ciclo ruta y una línea para trotar o patinar, y con canchas de baloncesto, tenis, béisbol, bolos, juegos infantiles, fútbol, golf, patineta, escalada, entre otras.   También con restaurantes, tiendas, obras de arte,  y, obviamente, por estar a orillas del río, se pueden realizar allí todo tipo de actividades acuáticas.

Me pareció un lugar espectacular y útil.  En una zona tan densa,  constituye una apuesta clave de renovación urbana, para acercar los espacios públicos a los ciudadanos, y que estos puedan contar con lugares aptos para practicar deportes o tener esparcimiento, cerca de sus vecindarios.  De paso, ha contribuido a la valorización de nuevos sectores hacia los cuales se prolonga su actividad comercial y cultural.

Al recorrerlo,  no pude evitar pensar en el parque Lineal Egoyá.    Propuesto sobre esta fuente hídrica, que es necesario rescatar, proteger, y aprovechar, sobre todo después del despeje de construcciones forzado por los sismos, se presta perfectamente para actividades como la cicloruta, y las pistas de trote, y, una secuencia de canchas, en las que se pueda practicar deporte al aire libre, en pleno centro de la ciudad. 

Ojalá en la Alcaldía comenzaran a pensar en serio en este proyecto, más allá de engorrosos planes parciales que, la verdad, son lo menos importante, y consideren la posibilidad de entregar su diseño, gestión y posterior construcción y mantenimiento a una entidad sin ánimo de lucro confiable,  y no a cualquier ong de bolsillo de un político.   Con algunos recursos iniciales destinados por el Estado, una buena operación inmobiliaria, y posterior administración impecable, se pueden garantizar la construcción y el mantenimiento del parque.  Pero, eal sea vivo, lleno de actividad bolsillo del poltiimportante.  cuda a .  Que nuestro parque lineal sea vivo, lleno de actividadsi se sigue guardando en oficinas burocratizadas y escasas de recursos,  pasarán otros quince años sin ningún resultado. 

Independientemente de la decisión que se tome, Funcionarios de la Alcaldía, Representantes de la Arquitectura en la Ciudad:  No hagan de él un parque pasivo, aburrido, al que nadie acude, que nadie usa, que sirva sólo para albergar delincuentes y para que le crezca el pasto sin control.  Que nuestro parque lineal sea vivo, lleno de actividades deportivas, y espacios para la recreación y el comercio, para que de verdad se acuda a él, se use y se cumpla con el objetivo propuesto.  Amén.

martes, 19 de marzo de 2013

LAS 100 MIL VIVIENDAS Y LA INDUCCIÓN DE LA POBREZA


No hay nada que empobrezca más que sentirse pobre, sin esperanzas, casi desahuciado.  Existe incluso un libro, publicado en 1.996, llamado “Reparando Ventanas Rotas”, el cual considera que el abandono induce al caos, a la total anarquía.  Aunque este libro está enfocado hacia la sociología urbana, específicamente hacia la criminalidad, en el fondo refuerza el concepto de la importancia de preservar la autoestima colectiva.

Los mal llamados socialistas del siglo XXI, Venezuela como su paradigma, han llevado a la población a una total dependencia, que anula la iniciativa individual.  Sentarse en la casa, a esperar sucesivos “cheques” que gira el Estado, cuyos fondos se nutren de la explotación, finita, de los recursos naturales, no le viene bien a ninguna sociedad, no construye presente ni cimenta las bases de un buen futuro.

Algo así, con una chequera menos gorda, es lo que ha venido haciendo este gobierno, entregando subsidios a diestra y siniestra, y, en el culmen de su estrategia asistencialista, regalando casas. 

Es cierto que hay miles de personas sin techo y que las políticas de gobiernos anteriores no lograron disminuir la brecha entre la oferta y la demanda, en el sentido de acercar los precios mínimos en los que se puede  ofrecer soluciones habitacionales a los exiguos recursos con los que cuentan las familias sin casa.  No se las logró insertar en el sistema financiero, porque somos un país eminentemente informal,  en el cual la demanda insatisfecha no posee un trabajo de calidad.  Aunque los ingresos a veces alcancen para sustentar el endeudamiento, no se tienen los respaldos de seguridad social y laboral que den las garantías suficientes al sistema bancario.  Y, sobre todo, no se han logrado aplicar los mecanismos legales vigentes para frenar la especulación de la tierra en los centros urbanos. 

Hay que saber que los márgenes que perciben los constructores formales por la construcción de viviendas,  catalogadas como de interés prioritario o social, son mínimos, que sólo un ejercicio de volumen y con una gran caja privada que apalanque los proyectos hasta lograr los desembolsos, justifica embarcarse en el propósito de construir estos de proyectos.  Aquí, el que gana sigue siendo el mismo, el que ganó en las sociedades feudales y gana hoy en esta sociedad semi feudal: el dueño de la tierra.

No es regalando 100 mil unidades como se va a solucionar el problema de la vivienda en Colombia, que de paso se percibe como una burda estrategia politiquera (no es sino ver la meticulosa repartición que se hizo de las mismas en todo el país).  Además, se olvidó que los beneficiaros de este dudoso presente tendrán que pagar servicios públicos y prediales, a lo cual no están acostumbrados,  y que no tienen los recursos para hacerlo.   Regalar las cosas completamente es un mensaje de inferioridad para los sujetos del regalo, es graduarlos de incapaces.  Y es allí donde se afecta la autoestima colectiva de una sociedad, de un país. 

martes, 12 de marzo de 2013

La política, una condición esencial del ser humano


No existe un término en el que confluyan tantas opiniones negativas, desprecios y desconfianza como el de político.

Sin embargo, siendo ésta la persona que tradicionalmente ejerce la política, se ha concentrado en él, y en la actividad que realiza,  todo tipo de prevenciones que, para resumir, están relacionadas con la corrupción y el manejo indebido de los recursos públicos. Y no faltan razones para ello.  

Esto nos lleva a una reflexión,  que nos remite a la esencia misma de la democracia, sistema en el cual convivimos, y que, aunque imperfecto, constituye la base de la sociedad moderna.  Los ciudadanos no podemos dejar de ser políticos para convertirnos en simples consumidores.  Todos tenemos que ser políticos y participar en la toma de decisiones y en la implementación de planes y proyectos, para que el funcionamiento social sea adecuado.  La política no es una opción, es una obligación en un sistema democrático, y cuando uno, como ser individual, no hace la política, está condenado a presenciar como otros la hacen,  y expuesto a las consecuencias.

He leído que,  recientemente,  se ha instalado en Pereira un comité que pretende la revocatoria del actual Alcalde.  Estas iniciativas pueden encontrar eco en una población que se siente maltratada por las decisiones de aquellos que, envanecidos,  ostentan el poder.  Es simpático constatar como su ejercicio prepotente y autoritario, lleva a que se limiten, en el tiempo, los períodos de “reinado”, de aquellos que sin ninguna consideración de los intereses generales más parecen verdaderas empresas,  destinadas al beneficio particular del poderoso y de su séquito.

No son pues eternos los malos gobiernos, gracias a Dios, pero se la pasa muy mal, mientras duran.  Obviamente, en algún momento,  viene la reacción, aunque el enceguecido poderoso se vea sorprendido, tan poca es la autocrítica que impera en este medio.  

Sin embargo, no creo que la revocatoria del mandato sea un camino acertado.  Todavía albergo la esperanza de que los mandatarios de turno tengan la lucidez suficiente para saber que el poder es finito, y que traten de enmendar los errores que hayan podido cometer,  y se abstengan de llevar a cabo iniciativas abusivas (malbaratando los recursos, trayendo contratistas foráneos para las grandes obras, comprometiendo la viabilidad financiera de las empresas públicas, etc).  Además, no considero que desestabilizando las instituciones se llegue a nada bueno.

Eso sí, ciudadanos, no sigamos haciendo el quite a la política, despreciándola y dejándola en el oscuro rincón de las cosas indeseables.  Porque, si seguimos por este camino, muy malo será el pronóstico, y lo que tanto trabajo le costó construir a nuestros antepasados se puede eclipsar de un momento a otro, ante nuestros ojos que pasivamente contemplan el espectáculo de la decadencia.  Cada período de gobierno tiene un comienzo y un fin. Yo quisiera saber dónde se está gestando el nuevo comienzo.

martes, 5 de marzo de 2013

“EN LAS URNAS NOS VEMOS SEÑOR PRESIDENTE”


Esta era la leyenda que acompañaba a una de las tantas publicaciones en Facebook que han salido a propósito del paro cafetero.  No soy una experta en el tema del café, pero esta protesta me lleva a unas reflexiones generales.

La población que se siente afectada por esta crisis cafetera no pertenece a las capas menos favorecidas, es decir, los pobres, jornaleros y recolectores, obviamente también se afectan, pero no son visibles en este paro más allá de engrosar las estadísticas de desempleo, en las cuales, a propósito,  nuestra ciudad ocupa y ha ocupado deshonrosos primeros lugares.  Las personas que, airadamente, reclaman una solución del gobierno a su crítica situación económica,  son propietarios de tierra,  empresarios del campo, antaño una clase acomodada que ha venido perdiendo capacidad de maniobra y rentabilidad en sus explotaciones agrícolas.

Entonces, me pregunto, para donde va un país que, no sólo condena a su gente pobre a la indigencia, sino que arruina a las clases medias y medias altas, al desarrollar por largo tiempo políticas macroeconómicas desacertadas, que sólo han beneficiado a una élite? En donde, paradójicamente, no parecen triunfar quienes trabajan arduamente y luchan con sus tierras, sino unos tecnócratas capitalinos, que desconocen las regiones y para los cuales los cultivos son meras imágenes en libros de texto?  Y este sector es sólo un ejemplo, el manejo bogotano, burocrático y ausente de las realidades del país, es a todo nivel.

Es muy grave la situación del campo colombiano, y Pereira, cuya área rural es cerca del 95% del total de su extensión, no puede estar ajena a esta calamidad.  Aunque, como las demás ciudades de Colombia es eminentemente urbana, sólo el 17% de su población habita en la zona rural, y, el peso del café en el PIB municipal a 2011 era del 0,66% (café como producto agrícola, no como producto transformado), y a ese mismo año todo el sector agropecuario en el PIB tan sólo sumaba el 4%, este es un síntoma más de la enfermedad de un país que ha condenado a la ruina a los cultivadores del campo, expulsando a la población hacia las ciudades, con las consecuencias obvias de empobrecimiento y amenaza de la seguridad alimentaria.  Un esquema de desarrollo en el cual las ciudades se atiborran de personas que buscan una oportunidad de trabajo honrado y cuyos sistemas económicos son incapaces de absorber. 

Preocupante lo que pasa pues hoy en este país, y en nuestra ciudad, oímos permanentemente que la economía va bien, y la pregunta es obvia: cuál economía? Porque los recursos generados por los hidrocarburos no llegan a la gente común y corriente.  Señores, la economía es una sola, y en  una ciudad o una región, los que se empobrecen son los mismos potenciales compradores de los productos que otros sectores ofrecen.  Por eso, aunque no se avizoran contendedores claros, la población reclama un cambio de rumbo, y la factura por tanto desacierto seguramente será pagada en las urnas.