martes, 30 de mayo de 2017

SE LES QUITÓ EL AFÁN



El primer semestre de este año, será recordado en Pereira por haber presenciado un agitado movimiento de la ciudadanía en torno al traslado del Batallón San Mateo.

Al finalizar el 2016, el Alcalde tramitaba para su aprobación el Plan de Ordenamiento que había sido adoptado en el 2015, derogado por un fallo judicial.

En ese momento la ciudadanía organizada solicitó incluir, en los artículos del plan en discusión, una norma con  más “dientes” para lograr, en el futuro desarrollo del predio del Batallón, una buena porción de espacio público.

El Alcalde hizo oídos sordos a esa pretensión, pero el hecho que realmente desató la furia ciudadana fue el haber exonerado al futuro proyecto de la contribución por plusvalías (iniciativa presentada por el actual presidente del Concejo, Steven Cárdenas).  

Se levantaron todas las alarmas, y en medio de esta discusión (sopesando la ilegalidad del acto de exoneración) el Alcalde objetó el articulado, y lo reemplazó por uno nuevo en donde la norma quedaba plenamente abierta a lo que determinara la formulación de una Actuación Urbana Integral (sin mínimos que garantizaran la priorización del espacio público).

Al iniciar el 2017, se aparecieron por aquí el Ministro de la Defensa y los representantes de la Agencia Nacional Inmobiliaria Virgilio Barco, con un planteamiento inicial lleno de edificios y poco espacio público (el Alcalde había firmado un convenio con la Agencia para definir el desarrollo del lote, a comienzos de 2016, sin que prácticamente nadie lo supiera).

 

Y, ¡ardió Troya!

La ciudadanía reaccionó masivamente rechazando lo propuesto, y fue solo hasta la realización de un foro abierto –a instancias de la Cámara de Comercio-, que se vinieron a decantar las posiciones.

En el foro, ya no se vio al Alcalde comprometido con la iniciativa inicial. Había virado de defensor del proyecto de la Virgilio Barco a propulsor de un gran espacio público.

Igualmente, el Ministro Villegas estuvo más conciliador. Y, aunque intentó poner un término perentorio (en ese momento habló de seis meses), este pareció más un último acto desesperado en pos de salvar algo de su proyecto original, que un lapso realmente cumplible.  

Una vez nombrada la nueva Secretaria de Planeación, estuvo invitada a una reunión convocada por la Cámara de Comercio bajo el slogan San Mateo Nos Une.  Y no pasó más, hasta la fecha.



Muy acertada ha sido la Dra. Claudia Velásquez al señalar que la formulación de la AUI es competencia de la Alcaldía (sobre todo de la Secretaría de Planeación, añadiría yo).  Y en tomar las riendas del proceso, que, a pesar de su buen juicio e interés, parece haber perdido toda prioridad en la agenda municipal.

Pasamos de la inminencia a la postergación en este tema.  Hoy, ni siquiera se sabe si la Alcaldía cuenta con los recursos completos para contratar un equipo que formule el ordenamiento urbano, ni quienes lo conformarán. Y mucho menos se conoce el plazo estimado por el señor Alcalde para concluir lo que constituyó su máximo afán, apenas hace algunos meses.



martes, 23 de mayo de 2017

HACER O DEJAR HACER



Recientemente se ha descubierto en Pereira toda una red para traficar con las necesidades de los adultos mayores.


Algunos funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social de esta administración (algo que también se había denunciado en la pasada del alcalde Vásquez),  contrataban servicios de atención para esta población con escandalosos sobrecostos, o, simplemente, facturaban compras cuyos bienes nunca llegaron a sus beneficiarios.


Mientras tanto, la ciudad presenciaba  cómo esta población vulnerable permanecía desatendida y sometida a condiciones oprobiosas.


Debido a la acción de las entidades de control, la Fiscalía tomó el caso, y ya hay por lo menos un Secretario de Despacho implicado y varios funcionarios. Entre tanto, la ciudad se ha extrañado de la pasividad del Alcalde para enfrentar la situación.


Asumo que Juan Pablo Gallo es una persona de buenas intenciones, que ha querido realizar cambios en la forma cómo se venía administrando la ciudad, y que ha intentado actuar con transparencia.  Pero, parece que le ha sido bastante difícil, por no decir imposible.  



Todo esto se debe en gran parte al sistema electoral. Hace por lo menos tres administraciones, en Pereira tomó carrera el hecho de recibir grandes sumas de dinero para campañas políticas cada vez más costosas, empeñando de antemano los diferentes despachos.


No es una práctica que haya iniciado con esta alcaldía, pero se ha venido acentuando con el tiempo, ha encarecido hasta el delirio las campañas, y ha convertido las elecciones en un negocio.


Quienes financian, “apuestan” por el candidato con mayor opción, y cuando triunfa, esperan el debido “retorno”, el cual se da, como es apenas obvio, a través de los diferentes contratos que realiza el Estado.


Por otro lado, están los políticos, los cuales solos o en asocio con algunos “inversionistas”, compran de antemano los diferentes despachos y reciben grandes cuotas burocráticas.


Es un secreto a voces, las figuras de Alcalde y Gobernador cada vez tienen menos gobernabilidad. Sucede aquí y en todo el país: en la empresa de Acueducto gobierna un Senador con total autonomía sobre las decisiones y sobre la caja, el Instituto de Tránsito tiene dueño antes de que el nuevo mandatario se posesione, en Infraestructura está colocada la cuota de otro político al que se le debe mucho dinero, y así, sucesivamente.


Y mientras tanto, el mandatario parece que gobierna, pero apenas si trata de articular tanta parcelación de poder.  Y, de evitar que sus funcionarios se desmanden (como ha ocurrido con la Secretaría de Desarrollo Social), so pena de quedar implicado en actos de corrupción.


Es muy posible que en estos casos recientes, el Alcalde finalmente pueda demostrar que no ha hecho, es decir, que no ha cometido ningún delito. Pero, habría que considerar que a quien gobierna le cabe la responsabilidad ética sobre el dejar hacer.

Es por ello que la ciudadanía espera del Alcalde acciones de fondo para corregir el rumbo. Decisiones radicales serían ejemplarizantes, y evitarían el grave riesgo que hoy corre en su mandato: quedar igualado a quienes efectivamente han cometido actos de corrupción, y por lo tanto,  terminar su gobierno más desprestigiado aún que sus predecesores.

Fotos: Jess Ar

martes, 16 de mayo de 2017

LA PEOR MADRE DE TODAS




Madres somos todos aquellos que hemos decidido acoger a un ser humano (hijo biológico o no), para alimentarlo y guiarlo, y esperar a que haga una vida individual, ojalá plena de realizaciones y pocos dolores.

Somos mujeres, pero también muchos hombres, los que llevamos a cabo esta labor. Es una realidad que en nuestra sociedad la maternidad no es solo una cuestión femenina. Tenemos familias de dos madres (la mamá y la abuela, o la pareja de una mujer homosexual), y hogares en donde hay padres muy “madres”. Todos tienen en común que dan la vida por sus hijos, sacrificándose y recibiendo poco o nada.


Lo cierto es que para los que tenemos hijos y ejercemos como madres, la vida se plantea como una permanente disyuntiva entre el querer y el deber. Constantemente, estamos bajo la sombra de esa absurda sensación de sentirnos “la peor madre de todas”. Creemos que nunca lo hacemos suficientemente bien, y sentimos culpa por darle alguna prioridad a nuestros anhelos, pues existe en nosotros un llamado muy fuerte que nos impulsa a privilegiar en todo momento a los hijos.

Cada sujeto debería tener un proyecto de vida, autónomo e independiente por fuera de los hijos. Sin embargo, para la mayoría, la brega continúa y es más dura cuando vienen los hijos, e incluso es muy común que después de haberlos educado con gran sacrificio la tarea se extienda a la crianza de los nietos. Esta obligación, que en muchos casos se perpetúa a lo largo de la vida, reduce de manera importante la realización individual, sometiéndola a las necesidades del colectivo familiar.

Es por ello que ser madre debe ser una decisión. Porque es tan grande el esfuerzo, la dedicación y el tiempo requeridos, que solo el producto de la mezcla entre una vocación muy fuerte, afirmada con una decisión clara y consciente, puede permitirnos sortear los malos momentos.



Ser madre o padre no es una imposición biológica, ni debería ser el producto de una presión social o cultural.

La relación de pareja que incluye a los hijos como una consecuencia inevitable, el embarazo adolescente, el celo que contempla la procreación como una forma de corroboración de la fidelidad, la violencia sexual que concluye en embarazos no deseados, el abuso y la violación que conllevan a la concepción de seres indeseados, entre otros terribles actos relacionados con la maternidad, deberían ser evitados a toda costa.

Solo la consciencia respecto de la responsabilidad que significa traer otros seres al mundo, permitirá que tengamos maternidades plenas y fructíferas.

Para que tantos sacrificios encuentren un sentido, y para que ese sentimiento de ser “la peor madre de todas” sea apenas una duda pasajera, eduquemos a nuestros hijos (hombres y mujeres) en la plena consciencia de lo que significa dar vida a Otro.

En la responsabilidad plena de asumir la procreación como un acto de libertad, en donde la decisión sea producto de la razón, no de presiones indebidas o de violentos actos totalmente inaceptables.





martes, 9 de mayo de 2017

LAS OTRAS REDES DE MOVILIDAD


En nuestras ciudades generalmente se discute la movilidad en términos de las vías construidas para vehículos motorizados, es decir, aquellas que permiten la circulación de carros, motos o buses (ya sean estos articulados a sistemas de transporte masivo o no).  


No obstante, la experiencia de ciudades más grandes, como Bogotá o Medellín, nos ha mostrado que no es suficiente sumar modalidades de transporte (buses articulados, vías para vehículos particulares, cable aéreo, metro o tranvía etc.) para resolver los desplazamientos eficientemente, ni siquiera en recorridos cortos.

Recientemente visité Bogotá por cuestiones de trabajo. Llegué muy temprano en razón a otro problema de movilidad de carácter diferente: el temor a los cierres del Aeropuerto Matecaña. Tuve tiempo de almorzar cerca al lugar de mi cita, pero al momento de acudir a ella empecé a padecer. Duramos enfrascados en un embotellamiento cerca de hora y media, de los cuales recorrer una sola cuadra nos tomó 40 minutos.


Es irracional pero así empiezan a funcionar las ciudades en la medida en que las calles se llenan de carros particulares y taxis, sobre todo cuando queremos hacer recorridos para los cuales el sistema de transporte masivo no es una opción.

Es este el momento en el cual la movilidad deja de ser solo desplazamientos en vehículos motorizados, y la bicicleta o caminar se convierte en una gran alternativa, sobre todo para recorridos considerados cortos.

En Pereira no existe una continuidad adecuada en la red de ciclorutas, de tal forma que su uso sea una alternativa de movilidad real y segura. Hoy, los carriles que se han segregado para este uso permanecen vacíos o bloqueados por quienes los consideran un maravilloso espacio de parqueo.  Muchos se preguntan si en realidad tiene alguna utilidad haber dejado estos espacios.  Personalmente considero que son muy útiles y que la ciudad los va a requerir cada vez con mayor demanda en la medida en que la congestión aumente. Pero, es verdad que requieren extenderse y conectarse mejor.


Pasa igual con los andenes.  Tenemos una falta de continuidad que es penosa.

Tanto en el centro como en los barrios cercanos (Pinares de San Martín o la propia Circunvalar) o en la periferia (barrio Cuba, Villa Santana, Parque Industrial, o Samaria), el problema es el mismo.

Uno de los casos más críticos es el de la zona de expansión occidental. La doble calzada Pereira a Cerritos fue pensada como una ruta de salida de la ciudad sin andenes, pero se urbanizó a cada costado, y hoy es frecuente ver a todo tipo de ciudadanos caminando por la berma, con los consecuentes riesgos que esto conlleva para sus vidas.  

El POT vigente contempla una extensa red de ciclorutas, las cuales hay que priorizar para irlas construyendo. Y deberíamos hacer lo mismo con los andenes, de tal manera que podamos contar con alternativas que nos salven de perder la vida atrapados en odiosos trancones de vehículos particulares, o en las congestiones y desconexiones (al parecer inevitables) de nuestros sistemas de transporte masivo.

Fotos: Jess Ar

martes, 2 de mayo de 2017

LO QUE SIGNIFICA LA CIUDADANÍA

El pasado 26 de abril, la directora del ICBF Cristina Plazas, hablaba en La W acerca de la necesidad de fortalecer la educación en ciudadanía.  


Al respecto, es común escuchar voces que piden volver a la Urbanidad de Carreño, aquel manual de buenas maneras publicado en 1853.


A mi juicio, plantear la discusión en estos términos sería inadecuado. La población colombiana, rural en trámite de urbanización, de la última mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX, dista mucho de aquella que colmó las ciudades de la década del 50 en adelante, y está lejos de quienes vivimos hoy en ellas –En 1925 Bogotá se proyectó para tener 800.000 habitantes en el 2050. En el 2016 contaba ya con 7.980.000 habitantes (Secretaría de Planeación Distrital).




Si bien es cierto que estas preocupaciones por el desarrollo y las costumbres de las poblaciones urbanas, planteadas desde mediados del siglo XIX, siguen presentes con mayores desafíos, el problema no se reduce a copiar mecánicamente un manual de urbanidad.


En la actualidad, los ciudadanos no siguen simples instructivos, necesitan sentirse partícipes y comprender qué de lo propuesto los involucra directamente.


Además, muchas de las grandes problemáticas sociales suceden de puertas para adentro de los hogares, como la violencia intrafamiliar o el abuso sexual.  


Es necesario apostar por un entendimiento de lo que significa ser ciudadano, explicando claramente el sentido que tienen las normas y el por qué es bueno para cada individuo aplicarse a su cumplimiento. E ir más allá, trabajar arduamente en el reconocimiento del Otro, como un ser en igualdad de deberes y derechos que debemos tolerar y respetar.


Es decir, llegar a un acatamiento de las reglas por convicción, en vez de crear más normas inútiles que no parecen disuadir a ningún infractor, debido en parte a que muchas de estas conductas se dan en la intimidad, y también a la ineficiencia del aparato judicial.  




Comentó la directora del ICBF un tema muy preocupante: la instauración social de referentes negativos, tipo Popeye (ex convicto y sicario de Pablo Escobar).  Por razones que parecen más de orden antropológico, a los humanos nos atrapan los actos de violencia y odio, y tendemos a darles un carácter épico.  


Si bien es cierto que es muy difícil competir en medios informativos con el amarillismo, la denuncia y el chismorreo, comparto la importancia de divulgar historias de vida con un alto sentido del deber y la ética.  Hay tanta gente del común llevando existencias respetuosas y honradas, que parece un absurdo concentrarse precisamente en criminales, para hacer de ellos los modelos de identidad nacional.

Más historias de personas del común y menos violentos o corruptos lanzados como ídolos. Más convicción y menos coerción en la regulación de nuestro comportamiento. Todo ello concentrando esfuerzos en los niños, regulando el tipo de información a la que ellos acceden. Y siendo cuidadosos también con lo que nosotros mismos consultamos y replicamos. Si queremos que nuestra sociedad cambie, busquemos otras formas de mirarnos y de nombrarnos.