martes, 28 de enero de 2014

TAREA DE GOBIERNO

Una dependencia especialmente difícil en la administración de una ciudad es la Secretaría de Gobierno.

Desde allí se manejan aspectos tan sensibles como el espacio público, el control de establecimientos, la coordinación con la Policía Nacional para efectos de garantizar la seguridad ciudadana, entre muchos otros temas que, por obvias razones, son complejos y en los que convergen intereses disímiles.

El orden y el acatamiento de las leyes son responsabilidad de quien esté al frente de este despacho,  y eso hace que muchos no se le midan a la tarea.

Por estas razones,  es muy importante que el Alcalde ubique allí a personas de su entera confianza, y, sobre todo, ajenas al mundo político, o, si esto fuere mucho pedir, por lo menos que no tengan ambiciones políticas.  Estas últimas distorsionan todas las acciones que se llevan a cabo desde esta entidad pública, pues si su cabeza quiere hacer carrera política,  empieza a subvertir el sentido de sus responsabilidades y, consciente o inconscientemente, se vuelve complaciente con los grupos con mayor potencial electoral,  en detrimento de los otros ciudadanos, perdiendo de esta manera su imparcialidad,  y comprometiendo seriamente la credibilidad de la administración.

Es pues, el de Secretario de Gobierno, un cargo muy delicado,  que requiere valor, entereza moral e independencia para ser ejercido,  en bien, primero de los ciudadanos  y,  de paso,  de la imagen de la administración de turno.

El actual Alcalde ha hecho cambios en su gabinete y uno de ellos ha sido el de Secretario de Gobierno.  Llega a este despacho la arquitecta Beatriz Ramírez, quien trabajó conmigo en la Secretaría de Planeación en épocas pasadas.  La Doctora Ramírez es una profesional diligente y entregada a su labor.  No es ajena a los respaldos políticos,  pero en otras posiciones ha dado muestras de independencia profesional y de carácter.  Por lo tanto,  Pereira espera mucho de ella. 

Dos tareas de gobierno que tiene pendientes esta Alcaldía, además de las obvias:  el control del ruido en los establecimientos públicos, sobre todo en el área de la circunvalar, y, la regularización de las ventas de víveres, que proliferan en el centro y en los barrios sin ningún control.  Señora Secretaria, ponga todo su empeño en corregir la tendencia pueblerina que está tomando esta capital,  de gran cantina y galería a cielo abierto.  Es el mejor servicio que le puede hacer a la ciudad y a sus jefes.



lunes, 20 de enero de 2014

ESTE AÑO, MÁS CUENTACHISTES


Es año electoral, por eso, ya vemos las vías atiborradas de vallas con fotografías de personajes, pretendidamente novedosos los unos, viejos conocidos y/o desacreditados los otros. 

El marketing político está en su apogeo.  Palabras que, unidas, pretenden decir algo, pero que a la mayoría de la gente le suenan vacías, huecas, cuando no francamente odiosas e hipócritas. 

Las invitaciones que nos hacen son medio risibles:  a no seguir soportando el irrespeto (¿o a no seguirlos soportando a ellos?),  a que obremos diferente (¿o a obrar de frente?), entre otros slogan de campaña que quisieran ser innovadores y no pueden.  Levantan los brazos para dar la impresión de que,  efectivamente, nos lideran (¿o nos amenazan?).  Es que, como decían las mamás:  aunque la mona se vista de seda, mona se queda. 

Seguramente también se pueden hallar en la escena política senadores y representantes preocupados por sus regiones, que se esfuerzan en sacar adelante proyectos de desarrollo y no ponen al mando, exclusivamente, sus intereses personales.  A pesar de sus buenas realizaciones,  el espectáculo, en general, es decadente.

La base para que, a pesar de la mediocridad generalizada, muchos consigan su objetivo, no es otra sino la dependencia que de ellos tienen (¿o creen tener?) las clases con menos recursos disponibles, y la apatía o la complacencia de las clases favorecidas.

Es una visión ignorante de la realidad, pero, sobre todo, es una visión torpe.  Es el individualismo que campea el que nos hace actuar como si viviéramos solos en el mundo, y nos impide darnos cuenta de que la suerte de todos está ligada a la de las personas con las que convivimos, en el barrio, en la ciudad o el país: grave torpeza. 

Los poderosos requieren, para perpetuarse en el poder, de la ignorancia y la pobreza material del pueblo, su ambición, aunque sea de acceder a pequeñas prebendas:  sudadera, puesto,  carné del sisben, casa regalada.   Igualmente, cuentan con la complacencia y hasta la participación de muchos ricos en bienes y haciendas, producto de su  codicia desenfrenada:  serán acaudalados pero son pobres de espíritu y de mentalidad.  Y con su cómplice silenciosa: la indiferencia de los que todavía piensan que esto no es con ellos.

La pobreza de los unos y la apatía de los otros permite que todo este engaño continúe,  y se repita sistemáticamente.  Al verlos, sonrientes y desafiantes, pienso, más cuentachistes, pero no puedo reírme!!!

martes, 7 de enero de 2014

DIA DE REYES, TODAVÍA SE PUEDEN PEDIR DESEOS


Sería bueno que este año más familias contaran con la debida asistencia social y, sobre todo, con trabajos de calidad.  Una condición física saludable y unos bolsillos convenientemente abastecidos no constituyen, per se,  una vida plena, pero favorecen el alcance de otros logros: intelectuales, culturales, sociales, interpersonales.

Trabajo y salud dependen, en buena medida,  de la gestión de los gobernantes: una sociedad que se anarquiza se empobrece.  Pero no es subsidiando y regalando sin miramientos como se desarrolla un país.  La salud es un derecho, y, por otro lado, los ciudadanos necesitan las condiciones de orden, seguridad, e inversión para encontrar opciones laborales, no sólo para subsistir, sino para realizarse como seres individuales. 

Encadenar a las personas a la dependencia de un subsidio es agresivo,  pues se les trata como incapaces, y obviamente al negarles las condiciones para ejercer su autodeterminación, se les garantiza como reos de quienes ejercen el poder. Por eso tanto subsidio es, en realidad, un regalo envenenado.

Si queremos una nación, una ciudad, con alguna posibilidad de convertirse en una civilización, debemos alejarnos de la tentación de recibir esos regalos envenenados. 

Sean cuales fueren, desde los contratos otorgados a dedo, trámites que se acortan porque se pagan las consabidas coimas, puestos que se reciben como pago a la supresión de la independencia, exenciones tributarias selectivas y sin justificación, trabajos en organizaciones sin ética y que roban a los clientes y al país, pasando por las sudaderas para el grupo de la tercera edad, hasta los cheques de familias en acción,  que han hecho que las familias no quieran volver a trabajar y se echen “en la hamaca de la vida” a esperar el cheque: todas estas prácticas son un tóxico para la independencia y la consolidación de la democracia, y, ojo, no son patrimonio exclusivo del sector público. 

Si seguimos como vamos, el futuro que nos aguarda lo podemos consultar fácilmente mirando para el lado.  Un pueblo empobrecido, embrutecido y esclavizado por los subsidios es Venezuela, una economía desestructurada, una sociedad insulsa y ridícula.   Sería demasiada vergüenza que permitiéramos que nuestro país se pulverice bajo la égida destructiva y corruptora de los subsidios. Por eso, además de buena salud y trabajo adecuado,  deseo que tengamos el valor de emanciparnos de ellos.  En ese momento nos daremos cuenta que hemos venido permitiendo que nos compren nuestra libertad a punta de migajas.