Este domingo próximo será día de elecciones.
La campaña política que está por concluir ha sido particularmente
larga. Más de un año en el que, en materia política, se ha visto de todo: desistimientos,
adhesiones, reconciliación de viejos enemigos políticos, las “volteretas” de
quienes iniciaron respaldando a un candidato y luego se fueron para donde su
rival, etc.
Aún cuando se iniciaron procesos por firmas, la mayoría de estos
no concluyeron activos en la contienda. Pareciera
que aún nuestra ciudad no está madura para sustraerse a las lógicas electorales
tradicionales. No creo que estos
desistimientos puedan entenderse como un fortalecimiento de la democracia, bajo
la tutela de los partidos políticos, a los que la ciudadanía del común les tiene
una desconfianza bien merecida.
En cuanto a la opinión, en esta campaña se han manejado todo tipo
de posturas. La de los “jugados”, la de quienes han intentado mantenerse
imparciales, la de aquellos que reniegan del proceso en general, entre otras.
Se ha criticado a los sectores empresarial y gremial por no
plantear una postura definida. Ante ello sería bueno recordar que estas
contiendas se desarrollan, prioritariamente, en las lógicas del aparato
político. Quienes se han sumado en uno u
otro bando, en mi opinión, se vuelven instrumentos ciegos de estas lógicas, que
son ingobernables para los ciudadanos ajenos a ellas, y que cobrarán sus
dividendos, independientemente del resultado final. Apoyarlas en campaña parece
más un acto de ingenua ilusión que un aporte resuelto a la democracia.
Lo cierto es que de quienes hoy se encuentran como candidatos saldrán nuestros gobernantes. Y, una vez electos, será menester de los
ciudadanos, cualquiera que sea el lugar que ocupemos en esta sociedad,
colaborar para que las administraciones venideras sean lo mejores
posibles.
La suerte de la ciudad y de la región se jugará con ellos.
Apoyarlos es un deber, a no ser que sus prácticas sean evidentemente lesivas o
corruptas.
No creo que esto sea lo que nos depare el futuro tomando en
consideración a quienes hoy se encuentran en contienda. Todo transcurrirá, seguramente, dentro de las
“justas proporciones”, según lo expresado por un ex presidente con fama de
bruto, que, a la postre, o por lo menos a juzgar por esta lúcida sentencia, no
lo fue tanto.
Pero, esperar que los próximos gobernantes se sustraigan
radicalmente de las lógicas electoreras a través de las cuales van a llegar al
poder, eso me parece esperar un imposible.