Lo más destacado del año
que termina, para Pereira, es que sus
habitantes la siguen amando, según datos revelados por la encuesta del programa
“Cómo Vamos”, de la Cámara de
Comercio.
Es cierto que se mira con
desconfianza a quienes dirigen sus destinos, pero se cuenta con este sustrato: 81%
de los pereiranos se sienten orgullosos de su ciudad. Seguramente, más tarde que temprano, estos podrán
canalizar adecuadamente su descontento, aunque sería deseable no esperar a tocar
fondo para reaccionar.
Mientras tanto, la ciudad
seguirá su errático rumbo. Los estragos
que producen las malas administraciones son significativos, y lo que puede
suceder, si seguimos con la tendencia que llevamos, traerá graves
consecuencias, que requerirán tiempo y cuantiosos recursos para recuperarse.
No obstante, no es fácil
salirse de la órbita de la política tradicional, y la inquietud creciente aún
no alcanza para plantear opciones diferentes a aquellas procedentes de las
entrañas del poder, que cada vez parecen más decadentes. Actualmente son más los osados que se sienten
con el valor de postularse para el primer cargo municipal, sin contar para ello
con las mínimas calidades profesionales y
precedidos de una trayectoria ética discutible.
¿Que nos queda? Rogar a
Dios para que las condiciones maduren antes de lo previsible y que personas
preparadas y de probadas calidades morales quieran postularse al servicio
público, tan desagradecido, deshonrado, y hasta peligroso. No es fácil encontrar la motivación personal
para desafiar tantos poderes en el deber altruista y desinteresado de servir a
sus conciudadanos. Que aparezca en la
escena un “mesías” podría ser, para mí,
el principal deseo de año nuevo, por fuera de la esfera de lo estrictamente
personal.
Y, si no fuera mucho
pedir, ojalá se pudiera construir un proceso que garantice continuidad. Ya se ha comprobado por lo vivido, por
ejemplo en Bogotá, que lo que se construye con la mano se borra con el codo con
vertiginosa rapidez.
Estos procesos no pueden
ser impuestos, requieren de la fuerza que dan la justicia y la razón y de un
acuerdo general de voluntades. Por eso
hoy, día de hacer los propósitos para el nuevo año, quiero enviar a todos los
lectores y lectoras un mensaje de optimismo y de estímulo para que se interesen
más por lo colectivo. En nuestras manos
está moldear el futuro a la altura de nuestros sueños. ¡Feliz 2014!