Es llamativa la cantidad de personas de afuera de Pereira que
últimamente están emigrando de sus ciudades natales, o de sus lugares
habituales de residencia, fundamentalmente de Bogotá, y se están localizando en
nuestra ciudad.
Esta situación es entendible, sobre todo en aquellos de familias
pereiranas, que se fueron antaño a estudiar a la capital o al exterior, y quieren
retornar porque desean una mejor calidad de vida para su hijos, al lado de
abuelos, tíos y primos.
No obstante, nuestra ciudad también se ha convertido en destino
favorito de habitantes de otras regiones, para fijar su residencia permanente,
o, para construir casas de recreo. Algo que en el sector inmobiliario se conoce
como la segunda vivienda.
Sucede frecuentemente que uno se encuentra con personas que han
decidido venir a vivir a Pereira, porque aquí encuentran todas las facilidades
(oferta comercial, una buena frecuencia de vuelos, facilidad para los negocios,
etc.), y su calidad de vida es indudablemente mejor que la que ofrecen ciudades
grandes como la capital.
Conozco familias que se regresaron a Bogotá, en busca de mejores
oportunidades laborales, y que están de vuelta, porque no soportaron los
centros comerciales como único plan del fin de semana, ni los trancones, por
decir lo más relevante.
Nuestra ciudad aún conserva ciertas condiciones favorables. Una ubicación central, variedad de pisos
térmicos y paisajes en un rango de tan solo unos kilómetros, diversidad de
oferta comercial y de servicios.
Sólo me preocupa que no crecemos en otros aspectos al ritmo en que
habitamos la ciudad. Las vías siguen
siendo las mismas en el sentido oriente occidente. Y toda esta población migrante
viene a ubicarse, fundamentalmente, en el sur occidente.
La movilidad es un factor que puede bloquear a una ciudad. En
Bogotá, las personas prefieren hacer trayectos a pié porque, indudablemente,
saben que llegarán más rápido que si lo hicieran en su vehículo particular. El
Transmilenioparece haber colapsado, y no es una solución de calidad para la
población con capacidad adquisitiva.
Si en términos de movilidad en Bogotá llueve, en Pereira no
escampa. El Megabús no ha podido ser integrado y todos los días pierde
pasajeros. Las motos nos han invadido.
Los carros se venden por montones, y las avenidas principales siguen siendo las
mismas dos.
Así que, bienvenidos todos los que quieran venir, pero si no
hacemos algo pronto, aunque no
queramos, lo que parecía tan bueno puede
dejar de serlo.