El invitado central de este año era el premio Nobel Mario
Vargas Llosa, en compañía de otros
destacados escritores: Fernando Savater, Herta Müller -también premio Nobel-, Javier
Cercas, David Grossman, Julian Barnes, Elsa Osorio, Mario Mendoza, Gioconda
Belli, entre otros.
Aunque
se trata de un festival literario, los temas son tan diversos como la vida
misma.
Uno de los más importantes de los
que allí se trataron fue
la crítica a la cultura
de nuestro tiempo, expuesta por Vargas
Llosa, a propósito de su libro
"La Civilización del Espectáculo". La idea central es que no puede banalizarse
la cultura de tal forma que esta quede convertida en simple entretenimiento.
A través de los
tiempos, la cultura ha cumplido una
labor de faro, alumbrando con nitidez la senda que ha recorrido la especie
humana, contribuyendo a la creación de un sentido crítico, de análisis, a una visión integral de la sociedad.
El concepto de la cultura como motor de cambio de la
sociedad, y de los intelectuales como
sus abanderados, se opone al de entregar el desarrollo de los pueblos en manos
de los técnicos, tan en
boga actualmente. El pensamiento técnico es fragmentado, y no tiene la universalidad, ni el carácter suficiente, para ser independiente frente al poder al que
obedece. Es decir, la técnica puede hacer parte de un
engranaje correcto desde el punto de vista científico, que produce cosas incorrectas desde el punto
de vista social, y así, en el sistema capitalista, se corre el riesgo de producir únicamente “lo que se vende”, lo que quiere la masa.
En ausencia de un pensamiento culto la masa es ignorante,
no ya en el sentido de la imposibilidad por el no saber leer o escribir, sino
porque padece un analfabetismo que el autor denomina funcional, no desea hacerlo aún pudiendo. En este fenómeno tiene todo que ver la
televisión, como medio de
difusión de esa cultura
espectáculo, que entrega
contenidos livianos, fáciles de
seguir, pero que no conducen a ningún tipo de reflexión ni contribuyen a la construcción de pensamiento. ¡Una verdadera amenaza al valor fundamental del ser humano
que es la libertad!
Nos lamentamos de la política y de quienes la ejercen,
y no hemos caído en cuenta de lo
ignorantes y alienados que somos los electores. Un ciudadano que no puede hacerse con un
criterio propio, ni analizar lo que le
rodea con una actitud critica, no es libre ni es ciudadano, es un mero
instrumento para el ejercicio del poder por parte de grupos de interés.
Por ejemplo, existe
un consenso en identificar la elección popular de mandatarios como un sistema
imperfecto, en el que se garantiza la
participación pero no la calidad de quien se elige. Pero, qué pedimos al pueblo? La cultura es escasa!, no en los políticos -esto sería pedir demasiado-, le falta a las clases dirigentes, educadas y con
potencial de dirección de los destinos
de nuestras ciudades!! Es por eso que nos
desarrollamos a los tropezones, de una
manera tan miope. Si el que conduce no
ve, qué se puede esperar
de los que van montados en el carro?.