martes, 4 de marzo de 2014

EDUCACIÓN SÍ, PERO, ¿PARA QUÉ EDUCAMOS?

Creo en la educación como vehículo para alcanzar estados más democráticos.  Pero, hay que estar muy vigilantes de los contenidos que se imparten.  Por un lado está el tema de la calidad y, adicionalmente, no es repartiendo tablets, al estilo del gobierno nacional,  como se va a superar la ignorancia.  Un mecanismo usado sin criterio puede ser un instrumento de alienación. 

Por eso, sería muy importante que primero se trabajara en el ser humano, más allá de la ambición simplista de querer integrarse a un sistema económico.  Educar para llegar a ser científicos, artistas,  deportistas, puede que no sea garantía de volverse millonarios, pero, seguramente, salvando las necesidades básicas, estaremos logrando seres humanos mucho más felices, y poniendo las bases de una sociedad que avance en el sentido más humanista.

La condición fundamental para el cabal ejercicio de la democracia debe ser la cultura, entendida esta como la capacidad intelectual que permite al elector hacerse un juicio propio de las consideraciones de la vida social.Para lograrlo,  es definitivo darle una adecuada orientación al sistema de educación,  que desmonte, de una vez por todas, el éxito económico como único propósito de vida. 

Lo primero que se requiere es elevar el nivel de conciencia colectiva, y trabajar por la superación del individualismo, apuntándole a la construcción de una organización social en la que el mandato no sea la disputa entre los hombres, sino su cooperación.  Es lógico que en un mundo donde se educa para conseguir dinero, no exista proyecto común que pueda subsistir, pues siempre se encontrará la manera de atrapar ganancias individuales en detrimento del interés general. 

Se requiere una asistencia social básica, que no dependa de apoyo político alguno, y, a partir de ahí, otorgarle a las personas la posibilidad de llenar su vida de contenidos que los hagan mejores seres humanos, y la libertad de realizar las actividades que más los realicen.  El objetivo no puede ser convertirnos en simples máquinas de consumo de los productos de un sistema sobre abastecido, sino en hombres y mujeres que realicen tareas que los llenen de satisfacciones y que colaboren al progreso de la humanidad en su conjunto. 


He ahí un ideal de sistema social, que empieza por una educación muy distinta a la que impartimos hoy, aquella que torpemente estamos orientando a adquirir las reducidas habilidades que se requieren para agonizar en vida contestando llamadas en un call center.  

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