Conté la semana pasada
sobre la conferencia de Yoani Sánchez en el Hay Festival. El auditorio la despidió de pié,
como reconocimiento a su valor, puesto que, de acuerdo o no con su mensaje, es innegable que se requieren tenacidad y
arrojo para enfrentarse a un sistema de gobierno reconocido por su disposición a la represión.
Lo que ella dice tiene eco, fundamentalmente, porque en todas las latitudes el mundoestáávido de respuestas. Los sistemas socialistas han decaído hasta llegar a su casi total desaparición, y el sistema capitalista, ese que Yoani anhela para su país, no está
en capacidad de atender las necesidades de la población mundial. Puede ser una
mala noticia para los cubanos, que pasaron
del feudalismo de Batista a un prematuro socialismo que se desmoronó con la caída de su protector -la extinta URSS- y no lograron, a la vuelta de 50 años,
más que ser un pequeño reino cuyo poder
se hereda por los lazos de sangre (según
sus palabras).
Ella piensa que reunificando las dos Cubas, la de Miami con la que
habita en la isla, y sirviéndose de las habilidades desarrolladas en la economía de mercado por sus compatriotas en el exilio, su país va a salir de su atraso.No quisiera desilusionarla, pero ese
sistema que ella avisora como la esperanza de desarrollo para Cuba, no tiene las respuestas adecuadas ni siquiera
para los países denominados "del primer mundo". Atraviesa por una profunda crisis y no halla
líderes que puedan re inventarlo
No soy ajena a la doctrina socialista. Soy hija de un intelectual
que vivió
con esperanza humanitaria la revolución cubana, y crecí
escuchando a Radio Habana Cuba. Puedo comprender el sentimiento de frustración de un pueblo que apostó por el "hombre nuevo" y terminó defraudado y preso de una dictadura, no precisamente la del
proletariado.
Por eso me pareció de quinta el
espectáculo que daban, a la salida del auditorio -banderas y pancartas en
mano- diez pseudo activistas que pretendían desacreditarla. Un grupo de personas que se prestaron para repetir, mecánicamente, un discurso desgastado e imposible de sostener por la
evidencia: defender el régimen Cubano. Hoy, ni los
comunistas más ortodoxos se atreverían a decir que Cuba
es libre. Acusando a Yoani de cómplice del imperialismo, no
logran opacar el mensaje que ella está trasmitiendo, porque la realidad es tozuda y a prueba de consignas
arcaicas.
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