martes, 4 de junio de 2013

15.000 NUEVOS EMPLEOS: VAYA CIFRA!!!

Según los datos revelados en días pasados,  por una representante del Ministerio de Trabajo que estuvo de visita en nuestra ciudad, esta es la cifra de empleos que se requieren crear para igualarnos, por lo menos, a la tasa de desempleo a nivel nacional. Y es que es lamentable lo que le ha venido sucediendo a Pereira:  una destrucción masiva del empleo que la ubica entre las ciudades con mayor número de desocupados.

Le hemos apostado al comercio, puntualmente a la localización de las grandes superficies, entregándoles beneficios para garantizar la inversión de sus capitales, y no hemos obtenido mayores réditos en cuanto a la creación de nuevos puestos de trabajo y,  mucho menos,  en relación a los encadenamientos con el sector productivo de la región. 

No quiero con esto decir que esté mal que hayan venido estas inversiones.  Además,  con o sin la anuencia del sector público, igual hubieran llegado.  Quiero manifestar que para garantizar un horizonte de desarrollo económico, es necesario definir las acciones que habrán de ejecutarse para lograr modificar el rumbo,  que en esta materia hoy parece más bien embolatado, y no seguir actuando como hasta ahora,  al vaivén de los acontecimientos.

Decía el Dr. Roberto Gálvez en este periódico que a la situación que hoy vivimos hay que enfrentarla con planificación.  Concuerdo con él en que se requiere una planeación adecuada de nuestro desarrollo, a partir de nuestras fortaleza y ventajas competitivas, integradas en un plan sistemático que tenga su sustento en el estudio de nuestra realidad, comparada con el entorno inmediato, ampliado y global.  Para ello,  hoy más que nunca, parece imprescindible el liderazgo del sector privado. 

También sería interesante retomar la idea de un centro de pensamiento.  Han existido varios, el CIR el más recordado de todos.  Desde él se produjeron grandes estudios  sobre la realidad local y regional que sirvieron como guía para orientar políticas de desarrollo.  No obstante este y los otros fracasaron,  fueron mal administrados, y no llegaron a los resultados esperados.  Pareciera ser la razón de su fracaso su excesiva dependencia del sector público,  sobre todo por la falta de continuidad de las políticas y los presupuestos, cambiantes con cada período de gobierno.


No obstante, los errores del pasado no pueden confundirse con las necesidades del presente, hay que aprender de ellos y retomar sobre nuevas bases.  Por eso propongo que sea el sector privado, representado por los gremios, quien re lance la iniciativa de un centro de pensamiento regional y la financie.  Parece poco sensato tener grandes inversiones en una ciudad que no sabe para donde va, que no estudia su pasado y no planea su futuro.  Gran parte de los problemas que hoy padecemos proceden de esta debilidad.  Por eso, como un mecanismo para asegurar el porvenir de sus empresas y también como un gesto de responsabilidad social, este sería un gran aporte del sector privado al desarrollo de nuestra ciudad.  

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