martes, 23 de agosto de 2016

                      PERSONAJES DE CIUDAD





Mi interés por las ciudades ha ido migrando de los aspectos puramente físicos, hacia la forma cómo los ciudadanos viven y se relacionan en la ciudad.
En atención a este interés, siempre me he encontrado con el auxilio de los conductores de taxi y de transporte público en general.

Por razones obvias, la posibilidad de entablar una conversación cercana es mucho mayor en el caso del transporte público individual. Me pasa en Pereira, siempre que tomo un taxi quiero conversar con el que maneja acerca de las dinámicas y las problemáticas ciudadanas, y escuchar atentamente los relatos construidos a partir de sus ojos.

Últimamente, tuve dos experiencias maravillosas en Medellín y Cali. En ambas realicé varios recorridos que me instalaron en una manera distinta de ver esas ciudades. Quienes manejaban los vehículos de servicio público tenían, no solo un gran interés por divulgar y explicar todo lo relativo a su ciudad, sino, y esto me sorprendió, una percepción bastante clara desde el punto de vista urbanístico, además de manejar aspectos de tradición, historia y cultura de los habitantes de esos lugares. Y, sobre todo, una actitud de amabilidad y respeto, de colaboración y solidaridad, que es importante resaltar.

En Medellín, por ejemplo, iba haciendo unas llamadas para garantizar gestiones relativas al trabajo que me había llevado a esa ciudad. Al colgar, noté que el conductor empezó a hacer, también él, unas llamadas. Lo que hacía era solicitar a conocidos suyos la información que yo, hacía un momento, había tratado de encontrar. No me lo consultó, empezó a tratar de resolver mi necesidad sin que yo se lo hubiera pedido. Habíamos hablado muchas cosas de la ciudad, y al ver su actitud pro activa y su conversación informada, le pregunté qué había estudiado. Me respondió: “estudié negocios internacionales, lo cual me ha servido para firmar muy bonito las planillas del taxi”.

En Cali y Medellín los taxistas me guiaron, y hasta me escoltaron en unas diligencias que tuve que hacer en los alrededores del centro. Porque, hay que decirlo, lo que se percibe en los lugares céntricos de estas dos grandes ciudades es un tremendo derrumbe de lo que alguna vez fue el corazón de la ciudad moderna. ¡Qué deterioro! ¡Qué panorama amenazante!
Tal vez deba hablar en una siguiente columna de lo que percibí, en relación con lo que nos espera a las ciudades intermedias si no hacemos algo ahora para evitar llegar a esa situación de degradación.

Pero hoy sólo quería reconocer que, de la mano de quienes día a día recorren la ciudad, he podido acceder a una visión distinta, y también a lugares que para mi, sin su ayuda, tal vez hubieran sido inalcanzables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario