martes, 30 de agosto de 2016

LOS RETOS DEL SÍ POR LA PAZ




El 24 de agosto de 2016, pasará a la historia como el día en el que el Presidente anunció a los colombianos la conclusión de las conversaciones con las FARC- EP, y la firma de un acuerdo total y definitivo.

A partir de ese momento la campaña por el plebiscito entró en su recta final.
Los acérrimos promotores del NO están unidos y tienen una ventaja relativa. No tienen la obligación de explicar el documento final. Tan solo necesitan asociar parcialmente lo allí consignado con pronósticos apocalípticos de “entrega de la patria a los terroristas”, para desatar en el pueblo todo tipo de temores e inquietudes.
Ellos no dudan. Estuvieron en desacuerdo con el proceso desde un inicio y su posición no fue modificada a lo largo de estos cuatro años por una simple razón: este ha sido un proceso principalmente político.

Por más que en lo pactado se hayan incluido asuntos de toda índole, como la reforma rural integral, las drogas ilícitas o la justicia y reparación a las víctimas, puntos todos muy importantes y que implicarán el ajuste de políticas públicas y presupuestos, estos temas no constituyen el objetivo central de lo acordado.

Puesto que las FARC no han reconocido sus delitos y poco están aportando para la implementación de los puntos del acuerdo, y a sabiendas de que el Estado puede actuar directamente en todos ellos en el ejercicio legítimo de su autonomía, es evidente que no fue precisamente su participación o su condescendencia lo que los negociadores fueron a buscar a La Habana.

Lo que se ha logrado es, fundamentalmente, la derrota de un grupo insurgente al llevarlo por medio de una negociación a las vías democráticas y al respeto al estado de derecho. En razón a que nada impide a las fuerzas armadas perseguir a quienes incumplan, a partir de este momento para el ejército será más fácil actuar sobre ellos dándoles un tratamiento de delincuentes comunes.
En este sentido ha dicho el comandante del Ejército Nacional, General Alberto José Mejía: “Si todo sale bien, una vez se concentren y entreguen las armas, termina la marca Farc».

La marca FARC no es otra cosa que el carácter político del grupo insurgente, que hace parte de reconocer la existencia de un conflicto armado en Colombia
aunque no se les haya otorgado oficialmente el estatus de beligerancia.
Los partidarios del SI no han logrado transmitir a los colombianos la firma de la paz como un triunfo de la democracia, que permitirá consolidar la soberanía del Estado.

Tal vez todavía sea tiempo para que los promotores del SI se organicen y reorienten la campaña con miras a obtener las mayorías en la votación del plebiscito.
Desgastarse demostrando la puntualidad de lo contenido en el documento permite a la oposición ejercer de francotiradores. Hacerlo es sencillo en las actuales circunstancias, y en ello, los que apuestan por el NO tienen sobrada experiencia.


Foto por: Diego Valencia.

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