martes, 23 de febrero de 2016

EL SUEÑO DE MI COMPAÑERO



Fernando Agudelo Velasco fue mi compañero de oficina durante el último año.  Tuve la alegría de verlo copar este espacio común, con su plática informada, su vivacidad y su interés permanente y genuino por los asuntos de la ciudad.

Nuestra relación viene de lejos. Y es que Agudelo conoció y trató a mi padre, Alberto Alzate Tobón.  Siendo unos 10 años menor, lo mantuvo permanentemente como un referente de autoridad intelectual y  rectitud. 

Desde hace unos días,  “Mi compañerito”, ha dejado de asistir laboralmente a la oficina del Comité Intergremial.  En razón a ello, el pasado jueves este organismo le hizo un merecido reconocimiento.

Durante el evento se exaltaron sus virtudes y, como no,  también sus picardías: siempre dispuesto a hacer la llamada necesaria, el artículo preciso, a reclamar con su presencia de hombre intachable las buenas costumbres en el manejo de lo público; excelente conversador, amante de su familia, de la literatura, los tangos y los buenos tragos. 

Agudelo constituye un enlace entre las viejas y las nuevas generaciones de pereiranos.  Tuvo cercanía con muchos de los líderes de antaño, e intentó seguir el camino de servicio trazado por ellos.  A su vez,  se hizo amigo y consejero de los hombres y mujeres jóvenes que empezamos a tomar las riendas de los asuntos públicos y de las empresas privadas de la ciudad,  siendo nuestro guía y consejero.  Siempre con su mente puesta en el sueño de una ciudad mejor, en todo sentido.

Hoy, al retirarse de toda actividad laboral,  ha empezado a soñar un sueño distinto, más interior. 

Si hasta hace tan solo unos meses su mente estuvo atenta a la consolidación de esta urbe, hoy parece haber dejado todo tipo de preocupación y se encuentra en envidiable estado de tranquilidad. 

A través de estas líneas, quiero expresar mi gratitud por su generosidad, por su amistad, sus buenos consejos y el ejemplo de toda una vida en función del bienestar de esta comunidad.  Y, decir que aquellos que recibimos de su parte el encargo del deber cívico, de la honradez y de la lucha sin pausa, no seremos inferiores a sus enseñanzas. 

Y para él, en la intimidad de su sueño, esta frase final:  Fernando, celebraremos tu vida mientras tengamos la fortuna de tenerte entre nosotros. Y, cuando el destino así lo considere, seguiremos honrándote a través de los nobles actos, que es la mejor manera de rendir homenaje a los buenos hombres.

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