EL SUEÑO DE MI COMPAÑERO
Fernando Agudelo Velasco fue mi compañero de oficina durante el
último año. Tuve la alegría de verlo
copar este espacio común, con su plática informada, su vivacidad y su interés
permanente y genuino por los asuntos de la ciudad.
Nuestra relación viene de lejos. Y es que Agudelo conoció y trató
a mi padre, Alberto Alzate Tobón. Siendo
unos 10 años menor, lo mantuvo permanentemente como un referente de autoridad
intelectual y rectitud.
Desde hace unos días, “Mi
compañerito”, ha dejado de asistir laboralmente a la oficina del Comité
Intergremial. En razón a ello, el pasado
jueves este organismo le hizo un merecido reconocimiento.
Durante el evento se exaltaron sus virtudes y, como no, también sus picardías: siempre dispuesto a
hacer la llamada necesaria, el artículo preciso, a reclamar con su presencia de
hombre intachable las buenas costumbres en el manejo de lo público; excelente
conversador, amante de su familia, de la literatura, los tangos y los buenos
tragos.
Agudelo constituye un enlace entre las viejas y las nuevas
generaciones de pereiranos. Tuvo
cercanía con muchos de los líderes de antaño, e intentó seguir el camino de
servicio trazado por ellos. A su vez, se hizo amigo y consejero de los hombres y
mujeres jóvenes que empezamos a tomar las riendas de los asuntos públicos y de
las empresas privadas de la ciudad,
siendo nuestro guía y consejero. Siempre
con su mente puesta en el sueño de una ciudad mejor, en todo sentido.
Hoy, al retirarse de toda actividad laboral, ha empezado a soñar un sueño distinto, más
interior.
Si hasta hace tan solo unos meses su mente estuvo atenta a la
consolidación de esta urbe, hoy parece haber dejado todo tipo de preocupación y
se encuentra en envidiable estado de tranquilidad.
A través de estas líneas, quiero expresar mi gratitud por su
generosidad, por su amistad, sus buenos consejos y el ejemplo de toda una vida
en función del bienestar de esta comunidad.
Y, decir que aquellos que recibimos de su parte el encargo del deber
cívico, de la honradez y de la lucha sin pausa, no seremos inferiores a sus
enseñanzas.
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