Siempre es edificante oír, de viva voz de sus protagonistas, las historias sobre la creación y el
crecimiento de las grandes empresas de nuestro país. Es aleccionador, y también ayuda a que
nuestros dirigentes tengan una visión más global de su quehacer empresarial.
El invitado en esta oportunidad fue Don Arturo Calle. Me sorprendió gratamente porque, además de un
exitoso y reconocido empresario, es una persona sencilla, simpática y con unos
valores culturales bien particulares.
El enfoque que dio a su conversación coincide con criterios que
comparto plenamente. Él hizo especial
énfasis en la persona, toda vez que, si bien es importante e interesante
conocer las cifras y los proyectos de una empresa, consideró más valioso
transmitir al auditorio su experiencia personal, las características del ser humano
que ha llevado a cabo tan exitosa tarea.
Resalto tres, las que me parecieron más importantes.
Primero, hacer mínimo una hora diaria de deporte. Esta parece una verdad de perogrullo, pero no
hay tal. Somos unos seres humanos
sedentarios, atados al automóvil y al control remoto del televisor, a los
smartphones y a las tablets. Pero, es
tan elemental, sin salud, para qué dinero?
Cuánto nos ahorraríamos si respetáramos más nuestro cuerpo y aplicáramos
lo que tanto se ha dicho pero que poco se practica: un enfoque preventivo y no
curativo de la enfermedad.
Segundo, la austeridad. Una manera de enfocar la vida totalmente contraria
al consumismo derrochón de nuestras sociedades.
Su frase, muy sencilla, fue: “gastando plata no se hace plata”.
Tercera, el don de la paciencia.
Narró don Arturo como, al tener claras sus metas desde muy joven,
simplemente se dedicó a trabajar y a luchar por ellas, sin desesperos, sin
ansiedades, sin dar espacio a la frustración o al desanimo. Una mentalidad trabajadora, disciplinada y
persistente, indispensable para conseguir grandes logros, no sólo individuales
sino colectivos. Este modo de ver la vida está muy lejos de la
inmediatez, del no saber esperar, del querer dar saltos de cuadra, de la
cultura del vivo. Qué distinta esta
actitud a aquella de algunos de nuestros funcionarios públicos -todos quieren ser alcaldes cuando apenas han
transcurrido los primeros meses en funciones-, o la mentalidad traqueta, que sólo desea el dinero fácil y enriquecerse
pasando por encima de todo y de todos.
Una gran enseñanza la de Don Arturo, que nos lleva a la misma
reflexión, la misma sobre la que hay que insistir una y mil veces: hay que luchar por ser primero personas,
educadas, disciplinadas, y cultas, sólo así se consiguen verdaderos logros,
transformadores, trascendentes y que perduren en el tiempo.
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