martes, 10 de enero de 2017

CIUDAD, CIUDADANÍA Y LITERATURA




Axel Honneth, director de la escuela de Fráncfort, apuntaba en un artículo del diario El País de España importantes cuestiones relacionadas con la manera de enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo (Axel Honneth: “el optimismo es una obligación moral”, 22 de abril de 2015).


Fundada en 1923, la escuela de Fráncfort está anclada en la tradición del pensamiento alemán, de Herder a Marx, incluyendo a Freud y a Nietzsche, entre muchos otros. Los pensadores reunidos allí bajo la premisa de la teoría crítica, tienen como objetivo indagar sobre los procesos de comunicación y convivencia social, en un ámbito democrático.


En este sentido, es bueno recordar el papel que a lo largo de la historia han jugado las ciudades.  La comunicación y la convivencia social suceden, fundamentalmente, en esos espacios territoriales de reunión, a partir de infraestructuras que aglomeran una población significativa, planteando cercanía e instituyendo el concepto de vecindad.  


Esa relación directa con el Otro plantea inmediatamente la necesidad de unas reglas de comunicación y convivencia, lo cual se ha enmarcado bajo el concepto de ciudadanía, desarrollado a partir del establecimiento de los Estados nacionales de la modernidad y de los sistemas democráticos que los constituyen.


Hoy, todos estos conceptos se encuentran en crisis.  Es más difícil tener una identidad basada en la pertenencia a una Nación,  y nos enfrentamos a una especie de nueva era de la barbarie, en un franco retroceso de los valores democráticos.  


En relación a ello, resalta Honneth el necesario involucramiento de los ciudadanos en la búsqueda de mejoras democráticas, y a la apatía social como sinónimo de la pérdida de fe de los individuos en su capacidad de cambiar estructuras fuertes como el capitalismo financiero internacional.


Nuevamente, este involucramiento funciona mucho mejor y de manera más evidente cuando los compromisos asumidos se refieren a la ciudad y a la ciudadanía.  Comprometerse con el entorno inmediato y en función de la relación del Otro concreto, el vecino, tiene la virtud de abarcar metas de corto y mediano plazo fácilmente realizables y gobernables por una comunidad pequeña.  Para que el involucramiento resulte efectivo, es también decisivo el nivel de información de los ciudadanos comprometidos con las metas trazadas.


Honneth nos advierte sobre la necesidad de tener medios de comunicación de calidad, autofinanciados e independientes de los poderes económicos y políticos, para generar “el debate libre”. La opinión formada de los ciudadanos propicia una ciudadanía activa, y la toma de decisiones informadas en las sociedades democráticas.


Para finalizar, Honnet recalca la importancia de las artes, especialmente la literatura y el cine en esta comprensión de la convivencia y la comunicación social.  “Para explicar los cambios sociales, la ficción es una herramienta más sutil. […] La literatura y el cine, generalmente se adelantan a los cambios sociales pues ellos parten de observaciones cercanas de los pequeños cambios en los comportamientos cotidianos”.

De esta forma, ciudad, ciudadanía y literatura se entremezclan para darnos las claves del pasado y las herramientas para enfrentar un incierto porvenir.  



Foto por: Jess Ar


VÍDEO COLUMNA






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