martes, 5 de abril de 2016

S.O.S POR CARACOL LA CURVA

Caracol La Curva, que tuvo su inicio a finales de los años 60 en predios que colindaban en ese entonces con una próspera finca propiedad de la familia de un reconocido comerciante de la ciudad.
Ya en los años ochenta, el asentamiento estaba consolidado y aumentó su tamaño. Allí se sufrieron todo tipo de calamidades: desde accidentes de vehículos de carga hasta incendios, además de todas las asociadas a la ubicación de estas precarias viviendas en zona de ladera.
A raíz del terremoto del 99, se llevó a cabo la reubicación de cerca de 180 viviendas de las allí asentadas.
Posteriormente, con la crisis cafetera de comienzos de siglo, la finca vecina al barrio perdió su capacidad productiva y fue ejecutada por diversos acreedores.
Tengo entendido que la ladera contra el río, que queda subiendo a mano derecha, es hoy propiedad del Municipio de Pereira. No obstante su propietario, el abandono en el que se encuentra el predio ha propiciado que el asentamiento informal se reinstale con fuerza, en condiciones aún más precarias, de mayor riesgo y de fuerte impacto ambiental.
Conocedores de los esfuerzos que este tipo de acciones implican, no sólo en recursos sino en reconstrucción del tejido social de las poblaciones reubicadas, las autoridades incurren en falta grave al permitir que las zonas liberadas de asentamientos subnormales vuelvan a ser ocupadas. Esto sucede en Caracol La Curva, a la vista de todos, pero no es una problemática exclusiva de este sector.
Al respecto, hay dos cosas que al ciudadano de a pie le cuesta trabajo entender: ¿qué objeto tiene la presión por nuevas áreas para espacio público y zonas de protección, aumentando incluso los índices de cesión, si la Alcaldía no ejerce dominio ni da buen mantenimiento a las que hoy tiene?
Y, ¿cómo se compagina el discurso por el medio ambiente con la permisividad en la invasión de zonas de riesgo, tan costosas en vidas como en daños ambientales?
Pueda ser que el convenio para la administración de las áreas de protección, firmado recientemente entre el Ministerio del Medio Ambiente, la Carder, el Municipio de Pereira y la UTP, muestre rápidamente resultados en la gestión de estas zonas, sobre todo impidiendo que sean nuevamente invadidas o que las viejas invasiones se expandan sin control.
De no tomarse medidas urgentes, nuevas tragedias vendrán a señalar el error que hoy se está cometiendo al permitir estas dinámicas.

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