EL TEATRO ESTÁ DE FIESTA
Muy interesantes la masiva convocatoria y la amplia programación
del XV Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá que, durante los últimos dieciocho
días, presentó a 45 grupos internacionales y 90 nacionales.
Un evento con un costo aproximado de $22.000 millones de pesos que
a su vez, según un estudio de la
universidad de Los Andes, por cada $1 que se invierte en él genera $4,3 en la
vida económica de la ciudad.
Con una amplia división de obras infantiles, y muchas para todo
tipo de público, el FITB convierte a Bogotá en distrito cultural de América
Latina.
Para dar solo dos ejemplos.
El cirque Éloize, con su espectáculo ID, una puesta en escena contemporánea del tipo musical, que evoca a West Side Story representando el
amor entre jóvenes de tribus urbanas opuestas que se enfrentan en duelos de
breakdance y hip-hop.
O, el Slava´s Snowshow. La creación de Slava Polunin, ícono de la
cultura rusa y el clown más prestigioso del mundo. Un espectáculo difícil de definir: prácticamente
mudo, tiene un eco a Beckett. No obstante su complejidad simbólica, es
accesible a todo tipo de público. Es
divertido con un tipo de humor muy agudo, pero, extrañamente, es a la vez dolorido. Muy hermoso, estéticamente hablando,
despierta los sentimientos de los espectadores haciéndolos partícipes del
espectáculo.
En cuanto a la programación infantil, algunas de las funciones se llevan
a cabo en pequeñas salas concertadas con el Ministerio de Cultura. Montajes muy creativos a los que acude
masivamente el público.
Localmente tenemos esfuerzos relevantes como Teatro el Paso, que
también es sala concertada con Mincultura.
No obstante, no se percibe claramente cómo lograr que en nuestra ciudad
empiecen a gestarse eventos culturales de magnitud importante. Este tipo de
manifestaciones deben ser subsidiadas por el Estado, puesto que hacerlas
rentables desde las iniciativas privadas las condena a volverse comerciales
hasta desdibujar su aspecto cultural.
En el borrador del Plan de desarrollo de Pereira se habla de las fiestas de la cosecha y un
tema del despecho que, como se concibe
tradicionalmente, está lejos de ser una apuesta cultural en estricto
sentido.
Todavía es tiempo de incluir otras cosas porque, más allá de ser
un motor de desarrollo económico, la cultura es otra forma de percibir el
mundo, sensible y con contenido estético. Puede y debe ser un aporte en la
formación de una actitud más comprensiva y tolerante, tan vital para mantener la
sana convivencia ciudadana.
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