martes, 26 de abril de 2016


POLÍTICA, CIUDADANÍA Y CIENCIAS HUMANAS



Leí recientemente un artículo publicado el pasado 16 de abril en el periódico El País de España, titulado “Nadie quiere a los filósofos”, en el que se desarrolla el tema del desplazamiento de las humanidades como objeto del saber, incluso más recientemente en el ámbito de la educación, lo que equivale a un abandono a todo nivel de la llamada cultura letrada.

El artículo mencionado propone una especie de rescate de las ciencias humanas como acción del pensamiento, asignándoles un propósito más cercano a la gente corriente, y afirma: “[…] convertir las humanidades en la punta de lanza de una restauración de la política —que es como actuar en beneficio de la ciudadanía en aquello en lo que ni las ciencias ni las técnicas pueden hacer mucho—; transformar todas las escenas del saber humanístico en el gran aliado del progreso espiritual de una nación y de sus ciudadanos”.

Aunque habría que aclarar que humanismo no es lo mismo que ciencias humanas - estas últimas son eso, ciencias que tienen objeto de conocimiento, método, y han acopiado un cuerpo teórico, abordando la condición humana desde diferentes disciplinas: antropología, filosofía, estética, lingüística, psicología, etología, entre otras-,  puede entenderse como válido lo que afirma.

Todo ello vino a  mezclarse en mi cabeza con la noticia del colapso de la feria del libro de Bogotá, a causa de un “youtuber” chileno de apellido Garmendia, quien, paradójicamente, “se tomó por asalto” la FILBO, y con el recuerdo de la entrevista que El Tiempo le hizo al pensador Gilles Lipovetsky, el pasado 26 de marzo, en la que afirma que la gente  ya no cree en la política ni cree que esta pueda cambiar el mundo.

Y, entonces, algo vino a sumarse a una idea que me ronda: la relación existente entre política, ciudadanía y ciencias humanas. 

He creído que en estos tiempos de disolución de las grandes ideologías y de hiper individuación, en que cada uno parece estar obligado a agenciar sus propios recursos, lo colectivo debe garantizarse a partir de una acción política ciudadana en plenitud de conciencia.  En este proceso, es necesario recurrir a las ciencias humanas que nos aportan luces sobre nuestros comportamientos, individuales y colectivos.  Comprender bien lo que somos y lo que podemos ser, parece vital en estos tiempos para mantener el equilibrio social y escapar a la enajenación a la que nos somete día a día la sociedad de consumo.  

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