SOMOS LO QUE DECIMOS SER
El lenguaje nunca es inocente. Es el pensamiento y este configura
nuestras acciones. Somos lo que decimos
ser. He ahí el cuidado que se requiere a la hora de articular ciertos
discursos.
En un reciente artículo de la revista Semana, el director
ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cali, Esteban Piedrahita, hace una
reflexión sobre el relato como constructor de identidad. Frases como: “Un Valle
que se atreve”, o “Un Valle de gente creativa”, son la base de un planteamiento
que pretende cambiar las narrativas negativas para apropiarse de unas que
inspiren mejores prácticas y comportamientos.
Esta parecería una intención bien fundada y hasta beneficiosa. El
problema surge cuando los relatos no tienen sustentos reales, pues no basta sólo
con “echar el cuento”.
Para la construcción de una comunidad imaginada, es necesario tener un sueño, una visión
compartida, en donde la inclusión de todos los actores sociales es fundamental.
Y, sobre todo, esa promesa de futuro debe tener en los hechos reales sus
cimientos, consultando los beneficios y efectos indeseados que sobrevendrán a su
implementación.
En el entorno local hemos asistido también a varios intentos por
acompañar la idea de lo que es o debería ser Pereira: La Ciudad de las Puertas
Abiertas, La Ciudad Cívica de Colombia, La Querendona, Trasnochadora y Morena,
entre otros. Más recientemente, La
capital del Eje, La Capital del Despecho, o la capital la Rumba.
Tal vez estas últimas, en relación con el tema de la diversión nocturna
y la música de tusa, tengan más asidero
en la totalidad de la población, ya que ellas tienen, aunque a muchos nos
aterren, fuerte asiento en la tradición cultural y en los gustos populares.
De todas maneras, no se
trata de sumarse u oponerse porque sí, sino de entender lo que de ancho y de
largo tienen estas propuestas.
Saber si ellas representan un ideal propositivo, con el que la
mayoría de la población se identifica, que sea posible y viable, ya que la
proposición es en sí misma una promesa.
Debe contener algo transformador para mejorar la calidad de vida en
aspectos vitales como el nivel de ingresos, pero, teniendo especial cuidado en que
lo propuesto no vaya en detrimento de otros aspectos, no menos importantes,
como la cultura, la convivencia, y el respeto por el medio ambiente.
De no contar con tales presupuestos, estas iniciativas no pasarán
de un efecto mediático transitorio, convirtiéndose rápidamente en mera retórica
vacía.
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