Durante el año que está por terminar,esta columna ha servido para dialogar
sobre la ciudad. Cosas que no
compartimos (como la invasión del espacio público, el ruido sin control, las
calles atestadas de vehículos mal estacionados, etc.), y otras que nos dan
ánimo y nos permiten vislumbrar un futuro promisorio.
Lo que hago al escribir estas líneas, es intentar llamar la
atención sobre los temas más relevantes para el bienestar y la convivencia en
el entorno urbano. Recibo mucha
información de personas sinceramente interesadas, y trato de darle salida a todas
las inquietudes y sugerencias.
Algunos funcionarios piensan que quienes escribimos columnas de
opinión somos “criticones”, y hay otros
que creen una obligación verle a todo lo “positivo”. Yo no creo ni en una ni en otra cosa.
Tomo esta columna como el ejercicio público de una opinión
fundamentada y razonada. No se trata de
ensañarse contra nadie, ni de alabar o buscar congraciarse con los gobernantes
de turno. Nada de eso pasa por mi mente:
en lo que escribo no hay cálculo alguno.Respeto inmensamente este espacio porque
la gente se forma sus propias opiniones a partir de lo que nos atrevemos a
expresar, y precisamente por ese respeto, la pulcritud en el manejo de la
información y la objetividad son presupuestos que he pretendido mantener a toda
costa.
Escribir columnas de opinión implica un esfuerzo que, aunque recompensado por
las inquietudes que se generan, a veces parece inútil. Es, como diría mi admirado profesor Fernando
Cruz Kronfly, “arar en el mar”. No obstante, como él, creo que siempre valdrá
la pena hacerlo.
Mi interés está en la ciudad, escenario en donde los ciudadanos se
interrelacionan y desarrollan. Desde mi
perspectiva, cada humanidad individualmentees sagrada, pero sólo puede
reconocerse como tal en su interacción con el otro en sociedad. En el mundo
contemporáneo la ciudad es la sociedad, por ello cuidarla es una forma de
cuidarnos a nosotros mismos.
Este ha sido un buen año, en medio de las cosas que pueden no
funcionar. Esperemos que el próximo lo
sea aún más. Ello depende de nuestras
actuaciones y decisiones sensatas. El
2015 habrá elecciones, y elegir buenos gobernantesserá fundamental paragarantizar
que los intereses colectivos prevalezcanpor encima de los
individuales, que siempre han existido y existirán.
Con sus logros y fracasos el 2014 será despedido, y el año que
viene tendremos una nueva oportunidad para obrar mejor. ¡Bienvenido el 2015!
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