martes, 8 de julio de 2014

LOS DINEROS DE LA VENTA DE LA TELEFÓNICA

Recientemente, a partir de una investigación realizada por el periódico La Tarde y Caracol Radio, se abrió la pregunta por la posible destinación de los más de sesenta mil millones de pesos que están en poder del municipio, producto de la venta de su participación en la empresa de teléfonos de Pereira.

Hace unos diez años, la participación del municipio en esta empresa le reportaba unos cinco mil millones de pesos anuales, que ingresaban al presupuesto y servían para realizar inversiones. 

Sin embargo, por los cambios tecnológicos, se empezó a hacer evidente la destrucción de valor de este negocio, el de la telefonía fija.  Desde ese entonces, el municipio intentó realizar una negociación con los otros socios, las Empresas Públicas de Medellín. Lamentablemente, y por razones que no vienen al caso, esta negociación no se concretó, ya que, recuerdo,  la cifra planteada era superior al doble de lo que finalmente se obtuvo.

Pero, como dicen, del ahogado el sombrero. Ese ya no es tema de discusión. 

Lo importante, según lo hallado por la investigación periodística mencionada, es el camino que habrán tomado estos recursos.

Mucho se dijo sobre su posible inversión en el momento de realizar el negocio. Después la atención de los ciudadanos pasó a otros asuntos, olvidando que era importante tener claridad acerca de cómo habrían de utilizarse.

Lamentablemente, el debate vuelve a ponerse a la orden del día cuando parece que ya se han gastado parte del monto original, por lo menos un veinticinco por ciento, sin que sea claro en qué o cómo.

Para un municipio lleno de necesidades y deficitario presupuestalmente, estos recursos son muy importantes y su inversión debería hacerse pensado en agregar valor, apalancando proyectos cuyos resultados fueran tangibles, verificables, y que tuvieran un nivel de impacto importante.

Creo que la Alcaldía está en mora de hacer un planteamiento concienzudo sobre el uso que va a darle a este dinero.  Y, ojalá, que no sea para realizar créditos, porque la experiencia de los dieciséis mil millones que el INFI Pereira le prestó a Cartago, sin que hasta ahora se sepa cómo habrán de recuperarse, parece mostrar a todas luces que los municipios no deben andar dándoselas de banco.  Ese capital queda mejor invertido en alguna necesidad sentida de la ciudad. Así, se acaba el riesgo de tenerlo expuesto a tanta creatividad que a veces demuestran los amigos del erario público. 


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