El pasado miércoles se presentaron en Pereira ceca de cien jóvenes,
quienes hacen parte de esta orquesta. Células
relucientes de tiempos nuevos, ojos anhelantes, sonrisas inocentes, y una
seguridad de hierro, la de aquel que se aferra a un instrumento como salvavidas para pasar por este mundo, en
el que sucede lo mejor y lo peor.
Sin duda estos muchachos, que provienen de todas las regiones del
país, y que están siendo patrocinados por la fundación Bolívar - Davivienda,
hacen parte de lo mejor del mundo.
Al espectáculo de ver el escenario del Santiago Londoño repleto de
jóvenes anhelantes y virtuosos, se sumó la incursión del solista Guillermo
Andrés Opsina, interpretando un instrumento algo desconocido en el ámbito
sinfónico: la marimba. Las obras de la compositora japonesa Keiko Abe, fueron
las elegidas para mostrar todas sus habilidades artísticas. Piezas interpretadas por él usando, en
ocasiones, hasta cuatro golpeadores por mano.
No fue, precisamente, una interpretación musical en estricto
sentido. Lo que él representó en el escenario fue un desplazar-danzar
maravilloso de sus extremidades superiores, exhibición por momentos vertiginosa,
y en otros de una sutileza acariciante. Ímpetu
y ritmo, en conjunción con el acompañamiento de la orquesta que se sumó al
brillo del joven músico, percusionista
egresado de la Universidad Nacional.
El auditorio lo aplaudió profusamente, como un justo
reconocimiento a su maestría y dedicación, y él, generoso, agradecido, interpretó una pieza
de Astor Piazzola. Para sorpresa de los
que allí estábamos, la marimba se reveló en toda su versatilidad: sonidos que parecieran
emitidos por varios instrumentos a la vez, y, sin embargo, provenientes de uno
sólo, tan estético, tan inquietante, con sus aires marinos que nos hacen evocar
mundos cercanos o remotos.
El año anterior también se presentó la orquesta en el Santiago
Londoño. Estas presentaciones se hacen
en el marco de giras programadas por la fundación, que incluyen varias ciudades
del país. En esa ocasión la entrada fue
gratuita y el teatro estaba abarrotado desde tempranas horas.
Este año las entradas tenían un costo módico, y, sin embargo, la
mitad del teatro estaba vacío. Una
lástima. El espectáculo que se ofreció
allí merecía un lleno total. Y más niños
y jóvenes en el auditorio, para que se ilusionen y puedan contemplar un
proyecto de vida diferente, apegado al arte, tan salvadora para tantos que no
tienen horizontes y cuyas opciones de vida están sesgadas desde el mismo día en
que fueron concebidos.
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