En días recientes fui invitada a una exposición del POT de
Pereira, y he quedado con las mejores impresiones del trabajo que se viene realizando.
En un artículo anterior, expresé que el debate en torno a la
formulación del nuevo POT no debería centrarse en la reducción del perímetro. Y
me sostengo, incluso diciendo que tampoco sería necesario ampliarlo, pues aunque
la extensión planteada por el POT del año 2000 se encuentra desarrollada, sobre
todo en sus bordes, aún conserva remanentes que pueden garantizar el desarrollo
de la ciudad en el horizonte de planificación propuesto.
Nos enfrentamos a una realidad que amerita otra mirada, práctica y
asentada en lo tangible. Y eso es lo que he podido percibir, precisamente, en la exposición de los funcionarios de la
Alcaldía. Ellos están reflexionando sobre el macro urbanismo que se requiere
para armonizar los desarrollos puntuales de las zonas de expansión, apuntándole también a la densificación y a la
renovación urbana. Las dos cosas a la
vez, ya que no son excluyentes y no tienen por qué serlo.
También he dicho en estas reuniones, que las operaciones urbanas
deberían habilitar porciones grandes de territorio, tanto en expansión como al
interior del perímetro urbano. En la
medida en que estas son de dimensiones considerables, se pueden repartir
equitativamente las cargas urbanísticas, y garantizar mejores estándares de
espacio público, equipamientos y vías.
Pero, y quiero ratificarme en esto, se requiere, de manera
imprescindible, la participación del Estado. La gestión del suelo no puede
hacerse sin su acompañamiento. Dejar a
los privados solos,es condenar estas iniciativas al fracaso.
El gobierno municipal está obligado a planear la infraestructura
física, pero, adicionalmente, debe empezar a pensar con qué institucionalidad
va a enfrentar la gestión del suelo. “La ciudad que queremos”no va a ser
posible sin una entidad dedicada a estas labores, que, por razones burocráticas,
no puede ser una Secretaría de Despacho.
Tengo entendido que se pretende hacer una reforma institucional,
que incluye la creación de algo así como un instituto
urbano. Pero, señores de la Alcaldía,
¿para qué crear otro instituto, con más puestos fijos, si ya tienen el INFI?
¿No sería mucho más razonable otorgarle estas funciones, y que allí se cree una
división especializada en gestión del suelo? Porque, pensándolo bien, cuando el
Parque Temático termine, se van a quedar sin oficio. En cambio, ¡de estas
labores podrían encargarse inmediatamente, y sin mayores traumatismos!
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