Hace días me trasnocha un pensamiento. Me parece que nos falta algo, una orientación,
un acuerdo común, sobre lo que debemos
ser como ciudad.
Una ciudad se constituye como una entidad de eficiencia, en la que
se realizan intercambios, entre una
población productora o receptora de ellos.
Podemos entender los intercambios como comerciales, sociales,
culturales, etc., pero todos ellos están sustentados en una base común: la
economía. Una población se asienta en un
territorio a partir de un interés económico.
Más importante que saber el trazado de las futuras vías, la
asignación de usos del suelo, la localización de equipamientos, del espacio
público, e, incluso, que los procesos educativos, culturales y sociales, es
definir qué tipo de economía se desarrolla en el espacio urbano. Entender sus componentes y sus potencialidades,
para poder obrar sobre ellos, partiendo de un deseable acuerdo común, es una
prioridad.
Hemos hecho algunos ejercicios, y en la administración anterior se
intentó uno de prospectiva, al cual le tengo reparos por su metodología, aunque
no voy a profundizar en ello.
Pero, lo que no parece que hayamos hecho aún, es construir una
estrategia de desarrollo. Entendida esta
como una apuesta común, sobre la tendencia prioritaria, representada en uno o
dos sectores económicos, hacia la cual debemos orientar nuestros esfuerzos. Lo
cual no quiere decir desatender a los demás, sólo enfocarse.
Es importante, vital hacerlo. No podemos seguir apuntando con
escopeta de regadera, o sin saber hacia donde nos dirigimos, porque, como
dicen, al que no sabe para donde va cualquier camino le sirve!
Y, así suene incorrecto políticamente, hay que decir que esta antecede
a otras, y, por supuesto a la revisión del POT:
¡la infraestructura urbana DEBE obedecer al desarrollo económico, y no
al revés!
Lo más importante para construir la estrategia de desarrollo, planteamiento
que ha venido ganando consenso entre representantes del sector privado, es que
podamos ponernos de acuerdo, como sociedad. Así, será posible aplicar de una
manera más eficiente los recursos, y contar con una ruta trazada para aplicar a
ella todas nuestras fuerzas.
Y, como no estamos descubriendo el agua tibia, es necesario decir
que ya otras ciudades han transitado por este camino. Los cambios sustanciales, que observamos en ciudades como Barranquilla o Medellín,
proceden de una reflexión de este tipo, que fue punto de partida para su
transformación. Ojalá que esta propuesta
se concrete. Como dicen los muchachos: ¡vamos a hacerle!
No hay comentarios:
Publicar un comentario