Andrés Felipe Yayaes estudiante de literatura de la UTP que quiere
ser escritor. A pesar de su juventud, cuenta
con un par de premios en concursos de cuento y reconocimientos a otros de sus
textos (ver “Un solo corazón”, El
Espectador, 16 de abril de 2014).
Una frase suya me sorprendió: “El
arte no es competencia”. A ella añadiría
la de mi querido profesor, el escritor Fernando Cruz Kronfly: “No se debe aspirar a vivir de la
literatura, sino para la literatura”.
A lo mejor Andr és Felipe quiera forjarse una
carrera de éxito, pero, a partir de su frase, me doy cuenta que intuye el
precio que debe pagar: renunciar al arte y convertirse en un simple mercachifle
de las letras, al estilo de los autores de moda de la sección de novedades
literarias.
Quien quiera ser un humano trascendente,empeñado en realizar un
trabajo artístico, deberá aplicar todo su esfuerzo a perfeccionar su arte sin
consultar los patrones de consumo. Ojalá muchos puedan,
en ese camino, contar con un respaldo, público o privado, que no espere más
retorno que verlos avanzar en su proceso creativo. O, deberán resignarse a vivir de otra cosa,
intentando no perderse en los avatares
propios de la lucha por la vida.
El verdadero arte y, en él, la literatura como expresión, no tiene
nada que ver con los productos dictados por el mercadeo como “trajes a la
medida” de las exigencias del consumidor.
Ese es un falso dilema. Se dirá que se vende lo que la gente quiere
leer, pero, si no se trabaja en la formación de públicos, si no se promocionan
y facilitan las condiciones para lograr obras de calidad, ¿cómo se podrá
establecer, algún día, la diferencia? Se lee, siguiendo los estándares comerciales,
al igual que se ven las nuevas series de televisión norteamericanas -de las que
se dice que son mejores que el cine (¡pobre cine!)-, sin entender que este es
un camino seguro hacia la alienación: lectores y espectadores como salchichas
en una línea de producción.
Otra frase de mi profesor: “Hay
pequeños núcleos de resistencia humana”, me recuerda que no todo está
perdido, y que aún en esta sociedad manejada por el consumo, se conserva el
interés por las ciencias del desarrollo humano. Encontrar verdadero arte en la literatura
actual implica buscar esos núcleos, y, por qué no, hacerse parte activa de ellos!
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