Es el momento en que se tramita una nueva reforma a la Ley 100 de
1993, la que rige nuestro sistema de salud.
Sólo para ilustrar, hago mención a una queja que recibí de un ciudadano
sobre el mal servicio que presta una EPS en Pereira. Según lo que me relata, está muy enfermo de
los pulmones, le dieron cita y le ordenaron unos exámenes. Debía pedir una próxima para que el
especialista le revisara los resultados, pero le dijeron que, como ya había
tenido una, tenía que esperar 20 días para tener otra, que si estaba muy
enfermo fuera a lo que llaman “consulta
al día”, para que allí lo viera el médico general y volver a empezar.
Parece una novela de terror, pero es el pan nuestro de cada día,
puesto que, con la integración vertical de EPS e IPS (prohibida en la
legislación pero realizada en la práctica), la atención de primer nivel es una
pantomima, y es así como casos que serían fáciles de tratar se complican
innecesariamente, lo que conduce a la saturación de los niveles más complejos. Además,
no se están invirtiendo los recursos para la promoción y prevención en
salud, que el Estado entregó a los particulares, los mismos que con una lógica
puramente rentística prefieren jugar un juego financiero y obtener jugosos
retornos, arriesgando la salud de todo un país.
Es cierto que hoy no se padecen las ineficiencias de un sistema
burócrata estatal, pero es una verdad innegable que el sector privado ha hecho
de la salud lo que sabe hacer: un negocio, y hay cosas que no se pueden tratar
con la lógica empresarial. Obviamente se han ampliado las coberturas, pues los
pagos son por número de usuarios. Así
las cosas, los privados han retardado u omitido la atención de primer nivel, y
las acciones de promoción y prevención, porque igual les iban a pagar por
afiliado, ¿para qué invertir? Además,
estando integrados verticalmente, y siendo que la atención en los niveles de
mayor complejidad el sistema la remunera por proceso realizado, sería poco
eficiente, administrativamente, disminuir los ingresos variables cuando los
fijos están asegurados.
Como tanto se ha dicho, es un sistema que estimula la enfermedad
más que la salud. Y lo peor, la reforma
en trámite no parece ser más que un arreglo cosmético, en
donde los intereses particulares, de lo que se ha convertido en una verdadera
mafia, parecen mantenerse y hasta aumentarse.
Además los congresistas, quienes deberían ser el garante de la equidad,
o tienen intereses directos o son objeto del intenso lobby de un sector repleto
de recursos. Hay que abrir los ojos y
manifestarse, esta es una reforma que, como está presentada hoy, los ciudadanos
no podemos tolerar.
Por otro lado, existe una disposición de los entes territoriales a
tomar mayor participación en todos estos procesos. Por ejemplo, hoy los usuarios pueden poner
sus quejas sobre los servicios de salud en la página www.dlspereira.gov.co, en el link
Servicio al Ciudadano, de la
Secretaría de Salud. No cambia nada
radicalmente, pero por lo menos proporciona un doliente cercano y de cara al
ciudadano, no como la distante y etérea Súper Intendencia de Salud.
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