viernes, 15 de noviembre de 2013

EDUCAR ES UN OFICIO PERSONAL E INTRANSFERIBLE

Así sentenciaba una columnista de opinión de El Tiempo, al referirse a la controversia generada por la presentación de la actriz que encarna a Hannah Montana, en los premios MTV Awards 2013, cuyas fuertes escenas impactaron, al ser ella un ídolo de niñas y adolescentes. 

Cuando nacieron mis hijos decidí bajarle el ritmo a mi carrera profesional, para dedicarme con mayor énfasis a su educación.  Esta decisión me ha traído muchos “costos” y uno que otro sinsabor, aunque, a decir verdad, nunca he dejado de trabajar,  y he mezclado las actividades familiares con trabajos de menor intensidad.  El caso es que trato de pasar tiempo con ellos y de inducirlos a los deportes, a los juegos tradicionales (escondite, lleva, etc.),  y a la lectura.  Constantemente estoy intentando educar sus gustos mediante la exposición al arte, al contacto con la naturaleza y a otras influencias que considero positivas.  Sin embargo, mi lucha es infinita por sacarlos del reguetón, de la televisión, de las películas infantiles –que parecen todas variaciones sobre un mismo, pobre, argumento-, y, ahora,  de los video juegos. 

Aunque en casa aún no nos hemos decidido a comprarles un X BOX o un Play,  tenemos I Pad, aparato este tremendamente adictivo -se cuentan por miles los juegos que pueden descargarse, muchos de ellos bastante violentos-.

El que más detesto, y eliminé,  inmediatamente me percaté de su contenido, se llama Gangstar Río.  En él, recreando un ambiente de favelas, el jugador se convierte en pandillero, dealer o mafioso.  Tuve que tener con mis hijos una conversación muy seria, pues de manera inocente empezaron a decir que vendían drogas y cosas por el estilo.  Sufrí un shock emocional, y empecé a tratar de explicarles, cosa difícil porque tienen 5 y 8 años, el significado de sus palabras, lo perjudicial del consumo de drogas, el delito que constituye su comercialización (no sólo por ser ilegal, sino porque es una verdadera afrenta al género humano enriquecerse mientras se desgracia la vida de los otros), y demás elementos de moral y comportamiento social.  Dudo acerca de qué tanto hayan comprendido, pero entendí que son frases que repiten,  mecánicamente, extractadas de los video juegos o de los demás medios audiovisuales. 


Hay que estar muy vigilantes de lo que hacen y ven nuestros hijos.  Como dice la columnista, la educación es un oficio personal e intransferible, y, de acuerdo a las posibilidades de cada uno, hay que ingeniárselas para trasmitirles aquellos parámetros de conducta que harán de ellos buenas personas adultas.  Los niños aprenden mediante el ejemplo, y, para afirmar lo aprendido,  requieren de la repetición.  Esto no se logra si el tiempo que les dedicamos es mínimo. Existe una creencia, fomentada por la sociedad de consumo, de que los hijos necesitan muchas cosas, y trabajamos incansablemente para brindárselas.  Yo creo que los niños, para crecer felices,  necesitan muchas menos cosas y que, tristemente, no tienen lo que más requieren:  tiempo en compañía de sus padres.  

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