Estuve leyendo la Agenda para el Salto en Competitividad, publicada por la ANDI, y los requerimientos
del sector industrial para abrirse, en condiciones de competencia, al mercado mundial.
Asuntos como los costos de la energía y de las
materias primas, la tasa de cambio, la necesidad de reglamentar la reforma tributaria -bajar las retenciones
en la fuente, y el nuevo impuesto del CREE-, figuran en la agenda. Igualmente, se indica la necesidad de
apropiarse de la legislación internacional que protege la competencia, y de fortalecer la aduana -para evitar que los
productos importados burlen las normas e ingresen a precios excesivamente bajos,
y mejorar la logística aduanera en
puertos y puestos de frontera, para simplificar los trámites-.
Me llamó la atención el llamado que se hace al
gobierno nacional para generar una política de compras y encadenamientos con el
sector productivo local, que obligue a las multinacionales, que actualmente desarrollan actividades
mineras o de hidrocarburos, a comprar productos nacionales.
En cuanto a la infraestructura, con énfasis en el
transporte terrestre, se manifiesta la urgencia de mejorar la eficiencia de la flota
de vehículos, de adelantar los proyectos de vías pendientes, y de mantener un monitoreo permanente del
estado de las vías existentes, al igual que de los puertos. Hasta aquí todas las medidas son de la órbita
del gobierno nacional.
También se señalan tres cosas bien importantes, que hacen parte integral de la cadena de
logística y distribución: el mejoramiento de las vías secundarias
departamentales -y su conexión con los corredores viales estratégicos-, los
costos de la llamada última milla –que, aunque incluyen las vías de acceso a
aeropuertos, puertos marítimos internacionales y fronteras terrestres aduaneras,
también hacen referencia a la entrega de productos a consumidores finales en
los centros urbanos-, y la consecuente necesidad de construir políticas de movilidad
urbana de carga.
Estas sí son, claramente, responsabilidades de
carácter local. En medio de la revisión
del plan de ordenamiento, a sabiendas de que el país requiere avanzar en su
proceso de industrialización, es de vital importancia que las autoridades se
pregunten cómo atender estos asuntos. Lo
que implica hacer una serie de análisis sobre la localización de las
infraestructuras y la asignación de usos del suelo, la consolidación de
corredores urbanos estratégicos, las conexiones de las vías existentes, etc.;
para generar las condiciones que permitan tener una movilidad urbana de carga
adecuada. Para una ciudad como la
nuestra, que se precia de su estratégica localización, y la cual está llamada a
cumplir un papel de primer orden en el sector de distribución
logística a nivel nacional, ésta, más que otras reflexiones, debería ser la
primera preocupación a la hora de estar planificando el desarrollo físico del
territorito. En las condiciones
actuales, particularmente para Pereira, en ello reside la llave del progreso o
del estancamiento.
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