miércoles, 30 de julio de 2014

LA ORQUESTA SINFÓNICA JUVENIL DE COLOMBIA


El pasado miércoles se presentaron en Pereira ceca de cien jóvenes, quienes hacen parte de esta orquesta.  Células relucientes de tiempos nuevos, ojos anhelantes, sonrisas inocentes, y una seguridad de hierro, la de aquel que se aferra a un instrumento  como salvavidas para pasar por este mundo, en el que sucede lo mejor y lo peor.

Sin duda estos muchachos, que provienen de todas las regiones del país, y que están siendo patrocinados por la fundación Bolívar - Davivienda, hacen parte de lo mejor del mundo. 

Al espectáculo de ver el escenario del Santiago Londoño repleto de jóvenes anhelantes y virtuosos, se sumó la incursión del solista Guillermo Andrés Opsina, interpretando un instrumento algo desconocido en el ámbito sinfónico: la marimba. Las obras de la compositora japonesa Keiko Abe, fueron las elegidas para mostrar todas sus habilidades artísticas.  Piezas interpretadas por él usando, en ocasiones, hasta cuatro golpeadores por mano. 

No fue, precisamente, una interpretación musical en estricto sentido. Lo que él representó en el escenario fue un desplazar-danzar maravilloso de sus extremidades superiores, exhibición por momentos vertiginosa, y en otros de una sutileza acariciante.  Ímpetu y ritmo, en conjunción con el acompañamiento de la orquesta que se sumó al brillo del joven músico,  percusionista egresado de la Universidad Nacional. 

El auditorio lo aplaudió profusamente, como un justo reconocimiento a su maestría y dedicación, y  él, generoso, agradecido, interpretó una pieza de Astor Piazzola.  Para sorpresa de los que allí estábamos, la marimba se reveló en toda su versatilidad: sonidos que parecieran emitidos por varios instrumentos a la vez, y, sin embargo, provenientes de uno sólo, tan estético, tan inquietante, con sus aires marinos que nos hacen evocar mundos cercanos o remotos.

El año anterior también se presentó la orquesta en el Santiago Londoño.  Estas presentaciones se hacen en el marco de giras programadas por la fundación, que incluyen varias ciudades del país.  En esa ocasión la entrada fue gratuita y el teatro estaba abarrotado desde tempranas horas.

Este año las entradas tenían un costo módico, y, sin embargo, la mitad del teatro estaba vacío.  Una lástima.  El espectáculo que se ofreció allí merecía un lleno total.  Y más niños y jóvenes en el auditorio, para que se ilusionen y puedan contemplar un proyecto de vida diferente, apegado al arte, tan salvadora para tantos que no tienen horizontes y cuyas opciones de vida están sesgadas desde el mismo día en que fueron concebidos.


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