jueves, 24 de octubre de 2013

COSTOS DE ULTIMA MILLA Y MOVILIDAD URBANA DE CARGA

Estuve leyendo la Agenda para el Salto en Competitividad,  publicada por la ANDI, y los requerimientos del sector industrial para abrirse, en condiciones de competencia,  al mercado mundial.

Asuntos como los costos de la energía y de las materias primas, la tasa de cambio, la necesidad de reglamentar  la reforma tributaria -bajar las retenciones en la fuente, y el nuevo impuesto del CREE-, figuran en la agenda.   Igualmente, se indica la necesidad de apropiarse de la legislación internacional que protege la competencia,  y de fortalecer la aduana -para evitar que los productos importados burlen las normas e ingresen a precios excesivamente bajos,  y mejorar la logística aduanera en puertos y puestos de frontera, para simplificar los trámites-.
Me llamó la atención el llamado que se hace al gobierno nacional para generar una política de compras y encadenamientos con el sector productivo local, que obligue a las multinacionales,  que actualmente desarrollan actividades mineras o de hidrocarburos, a comprar productos nacionales.
En cuanto a la infraestructura, con énfasis en el transporte terrestre, se manifiesta la urgencia de mejorar la eficiencia de la flota de vehículos, de adelantar los proyectos de vías pendientes, y  de mantener un monitoreo permanente del estado de las vías existentes, al igual que de los puertos.   Hasta aquí todas las medidas son de la órbita del gobierno nacional.   
También se señalan tres cosas bien importantes,  que hacen parte integral de la cadena de logística y distribución: el mejoramiento de las vías secundarias departamentales -y su conexión con los corredores viales estratégicos-, los costos de la llamada última milla –que, aunque incluyen las vías de acceso a aeropuertos, puertos marítimos internacionales y fronteras terrestres aduaneras, también hacen referencia a la entrega de productos a consumidores finales en los centros urbanos-, y la consecuente necesidad de construir políticas de movilidad urbana de carga.

Estas sí son, claramente, responsabilidades de carácter local.  En medio de la revisión del plan de ordenamiento, a sabiendas de que el país requiere avanzar en su proceso de industrialización, es de vital importancia que las autoridades se pregunten cómo atender estos asuntos.  Lo que implica hacer una serie de análisis sobre la localización de las infraestructuras y la asignación de usos del suelo, la consolidación de corredores urbanos estratégicos, las conexiones de las vías existentes, etc.; para generar las condiciones que permitan tener una movilidad urbana de carga adecuada.  Para una ciudad como la nuestra, que se precia de su estratégica localización, y la cual está llamada a cumplir un papel de primer orden en el sector de distribución logística a nivel nacional, ésta, más que otras reflexiones, debería ser la primera preocupación a la hora de estar planificando el desarrollo físico del territorito.  En las condiciones actuales, particularmente para Pereira, en ello reside la llave del progreso o del estancamiento. 

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