martes, 7 de febrero de 2017

LA FIESTA DE MALUMA



Recientemente el cantante Maluma fue amonestado por la policía del Valle de Aburrá, por la celebración de una fiesta ruidosa en exceso, que perturbó la tranquilidad de sus vecinos en el sector de Las Palmas en Envigado.

El nuevo código de Policía incluye para el caso del ruido que afecta la tranquilidad de los vecinos la multa tipo 3 que corresponde a 16 smdlv, equivalente a $393 mil pesos (de 2017), aproximadamente.  Para una persona que gane un salario mínimo esta multa es realmente significativa. Lo que no sucede seguramente con Maluma y otras personas con alto poder adquisitivo para las cuales la sanción equivale a un insumo más de la fiesta.

En la zona rural de Pereira muchas viviendas fueron mutadas a casas de recepciones, o improvisados escenarios públicos para la presentación de artistas.  Debido a esta situación, los vecinos se ven forzados a convivir con la tortura del ruido que no cesa, y se superpone, sobre todo en los fines de semana. Es el caso de una finca supuestamente llamada “La Felicidad”, en donde frecuentemente se hacen fiestas de música trans.  Mientras ellos son “felices”, los atribulados habitantes pasamos las noches mal arrullados, producto de la indelicadeza de quienes creen ser merecedores de todos los derechos sin cumplir con ningún deber.

Algo ha hecho en este sentido la Secretaría de Gobierno, pero poco. Al parecer esta labor depende, según se dijo en una reunión, directamente de las inspecciones de policía de cada corregimiento.
Pensando en este tema, me gustaría contar una anécdota. Siendo yo Secretaria de Planeación de Pereira vino a mi despacho un interesado en abrir un nuevo restaurante en la ciudad. 
Confirmamos que el sitio escogido no tenía uso del suelo conforme.  Dije que no se podía y las cosas quedaron así, hasta que me enteré que no solo había sido abierto sin ningún permiso, sino que se había convertido en el más concurrido por esos tiempos.  Yo nunca fui, pues me pareció impropio de mi actuación como funcionaria pública concurrir a un lugar que yo sabía que estaba violando las normas, así el control de la situación no dependiera directamente de mi despacho. Finalmente quebró o lo cerraron, no lo sé. 

Recuerdo esto porque no dejan de llamarme la atención fotos y videos que circularon por las redes a finales del mes pasado, en donde personas que hoy actúan como funcionarios, o asesores de la Alcaldía directamente relacionados con la problemática del ruido, se veían muy felices departiendo en una fiesta de cumpleaños, en uno de estos lugares en donde se realizan espectáculos públicos, que no cumple con ninguna norma, y que constantemente atormenta a los vecinos con su falta de consideración y respeto. 

Es posible que no se pueda hacer mucho en estos casos, pero lo mínimo que esperamos los ciudadanos es que los funcionarios se muestren verticales con el cumplimiento de las normas, tanto institucional como personalmente.  Como dicen, no basta sólo con ser, también hay que parecer.

Foto: Archivo gratuito de internet.

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