En un informe de la Contraloría General de la República, publicado
en el año 2014, se registra que en el período comprendido entre el 2010 y el
2013, en Colombia perdieron su vida un
total de 114.037 personas por muertes violentas. De este total, 23.867 (21%) correspondieron a muertes por accidentes
de tránsito, ocupando así la segunda causa después de los homicidios.
En el año 2013, un total de 302.484 personas sufrieron lesiones no
fatales. De ellas, la violencia interpersonal ocasionó 158.798 víctimas, la
violencia intrafamiliar produjo 68.230, y los accidentes de tránsito 41.823. (Datos
del INMLCF).
El informe en mención registra que la población más
afectada por fallecimientos, según la condición de la víctima, fueron
motociclistas, con más de 2.000 conductores cada año.
En cuanto al SOAT, entre los años 2008 y 2012, el
sector asegurador reportó pagos de indemnizaciones por gastos médicos en más de
1.8 millones de casos. En estos pagos,
alrededor del 80% el vehículo involucrado en el accidente fue una motocicleta.
De lo consignado en el informe de la Contraloría, se
desprende que los accidentes de tránsito, y entre ellos aquellos en los que
están involucrados las motocicletas, son un verdadero problema de salud pública.
Más allá de las dificultades que se crean
cotidianamente al tratar de circular en medio de su anárquica proliferación, pienso
el drama de los menores de edad que se transportan en ellas sin ningún tipo de
protección, en el número de años de vida saludable perdidos, y en las muertes
prematuras.
Y en que el Estado, en vez de regularlas, pareciera querer
estimularlas: gozan de subsidios indirectos, como el pago del SOAT (pagan menos
y son los más atendidos), no les cobran peajes, son los
mayores infractores de las normas de tránsito sin ninguna sanción en la mayoría
de los casos, y su proliferación ha ido en desmedro de la posibilidad de
consolidar sistemas de transporte público.
Según un artículo del periódico La Tarde, publicado el
pasado domingo, en Pereira circulan hoy 80.178 motos, y contando.
Una realidad que hará crisis más temprano que tarde. Que tal vez requiera que Bogotá se sienta
“invadida”, para que alguna autoridad se interese en resolverla .
Mientras tanto, el presidente Santos se toma fotos
inaugurando nuevas ensambladoras, como la india Hero Moto Corp, para que estas
se sigan llenando los bolsillos, mientras
los costos en muertes, lesiones y trancones, los pagamos todos los
ciudadanos.
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