El pasado jueves se realizó la presentación del programa Semillas de Capital Social. Iniciativa liderada por Yo Creo en Pereira, el Instituto de Cultura y La Fundación 20 – 30, con la que se intenta aumentar la cobertura
de los programas de formación musical, a través de la donación de instrumentos
musicales y recursos.
En el presente año, 518 niños y
jóvenes quedaron por fuera de la Banda Sinfónica por falta de
instrumentos y espacio físico, y un instrumento es usado en promedio por 13
niños cada semana.
El DANE estimaba para Pereira la población infantil, entre 5 y 14
años, en 73.165, al año 2011 (Datos del portal Pereiravivedigital). En la
actualidad, el programa tiene 1.443 niños y jóvenes inscritos en las áreas de
bandas musicales, cuerdas típicas y cuerdas sinfónicas. En la relación con la
población, este número representa apenas cerca
del 2% del total.
La situación tiene dos formas de ser mirada.
Una, es que existen los programas de formación cultural, por los cuales
los niños y jóvenes se interesan, y que participando en ellos pueden ingresar a un
mundo distinto, de la sensibilidad y la disciplina, alejándose de los entornos
difíciles en los que comúnmente se ven inmersos, alcanzando un nuevo sentido para su
existencia.
La otra es que, a pesar de
los esfuerzos realizados por el Instituto de Cultura, los recursos asignados
son a todas luces insuficientes.
A pesar de estas realidades, pudimos ver a los niños y jóvenes,
bellos hasta las lágrimas, emitiendo notas,
sutil viento enigmático emocionado, vida que se hizo aire sonoro en sus
manos.
Movimientos articulados, acompasada atención, que hicieron de la
suya una presentación de esperanza, aferrados como estuvieron a su instrumento,
mágico contacto de sus labios cobre y manos madera, realizando su
interpretación como si se tratase de una caricia alegre.
Ellos son Dragones Nacientes
y, a la vez, son Los Hijos de Sánchez,
como dos de las piezas que sonaron esa noche. Vivimos, a través de ellos, ritmo, pies, ojos, cabezas, oídos, todos
puestos en función de la explosión que llegó a nosotros, el público presente, como
una marea de saxofones, trompetas, oboes, clarinetes, tambores, y violonchelos
alados.
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