miércoles, 4 de febrero de 2015

SOBRE EL CONTROL FISICO DE LA CIUDAD

Hace ya catorce años, ¡catorce!, que fui Secretaria de Control Físico de la Alcaldía de Pereira.

Como titular de este despacho, me enfrenté a una de las tareas más difíciles que tiene la administración de una ciudad.  Además del control de las construcciones,  la asignación de los usos del suelo, las invasiones del espacio público, y de lotes privados con improvisadas viviendas, etc., Control Físico era el encargado de regular la publicidad visual exterior, es decir, las vallas, avisos publicitarios, pancartas, entre otros.

En ese entonces emprendimos una verdadera “limpieza” de la ciudad. Todos los elementos que no cumplían estrictamente con la reglamentación vigente fueron retirados, adosados a las fachadas, distanciados o reducidos de tamaño.

Recuerdo haber sido citada a un auditorio de FENALCO repleto de comerciantes furiosos. Me preparé bien:estudié la normatividad, expliqué las razones que motivaban las acciones que habíamos tomado, y recalqué en la contaminación visual como un hecho a veces imperceptible pero a todas luces nocivo.   Finalmente, pudo más el deseo de trabajar conjuntamente por la estética de nuestra ciudad, y los presentes reconocieron que estaban contaminando visualmente el entorno, de manera exagerada,  y trasgrediendo la ley, tal vez sin ser muy conscientes de ello.

Puedo decir que la ciudad quedó , después de aquellas jornadas, con una publicidad visual exterior apropiada y apegada a la ley.  Sin negar el derecho a que los comerciantes realizaran el anuncio de sus negocios y productos, el espacio público urbano no se veía ya como “plazoleta en feria”.

Caso distinto al de hoy.  Paulatinamente, la ciudad se ha ido llenando, los comercializadores de las vallas descarando, y la exigencia en el cumplimiento de las normas desapareciendo.

Recorrer las avenidas 30 de Agosto o Américas, con su paisaje plagado de anuncios y luminarias, agota. Tanto, que ni siquiera es posible distinguir una publicidad de otra,  tan atiborradas están nuestras calles y vías principales.

Y, como si fuera poco, aprovechando los recientes movimientos de tierra del aeropuerto, han aparecido sendos espacios disponibles para pautar en ellos.  Yo me pregunto: ¿cuántos de estos avisos cumplen con la normatividad vigente? ¿A quién beneficia el manejo que la administración le ha dado ala publicidad visual exterior?


Finalmente, el control a las edificaciones merece por lo menos dos artículos, no sólo porque es vital hacerlo, para que se cumpla con lo establecido en las normas del POT, sino porque desde hace muchos años es prácticamente inexistente.

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