Hace ya catorce años, ¡catorce!, que fui Secretaria de Control
Físico de la Alcaldía de Pereira.
Como titular de este despacho, me enfrenté a una de las tareas más
difíciles que tiene la administración de una ciudad. Además del control de las
construcciones, la asignación de los
usos del suelo, las invasiones del espacio público, y de lotes privados con
improvisadas viviendas, etc., Control Físico era el encargado de regular la
publicidad visual exterior, es decir, las vallas, avisos publicitarios,
pancartas, entre otros.
En ese entonces emprendimos una verdadera “limpieza” de la ciudad.
Todos los elementos que no cumplían estrictamente con la reglamentación vigente
fueron retirados, adosados a las fachadas, distanciados o reducidos de tamaño.
Recuerdo haber sido citada a un auditorio de FENALCO repleto de
comerciantes furiosos. Me preparé bien:estudié la normatividad, expliqué las
razones que motivaban las acciones que habíamos tomado, y recalqué en la
contaminación visual como un hecho a veces imperceptible pero a todas luces
nocivo. Finalmente, pudo más el deseo de trabajar
conjuntamente por la estética de nuestra ciudad, y los presentes reconocieron
que estaban contaminando visualmente el entorno, de manera exagerada, y trasgrediendo la ley, tal vez sin ser muy
conscientes de ello.
Puedo decir que la ciudad quedó , después de aquellas jornadas,
con una publicidad visual exterior apropiada y apegada a la ley. Sin negar el derecho a que los comerciantes
realizaran el anuncio de sus negocios y productos, el espacio público urbano no
se veía ya como “plazoleta en feria”.
Caso distinto al de hoy. Paulatinamente, la ciudad se ha ido llenando,
los comercializadores de las vallas descarando, y la exigencia en el cumplimiento
de las normas desapareciendo.
Recorrer las avenidas 30 de Agosto o Américas, con su paisaje
plagado de anuncios y luminarias, agota. Tanto, que ni siquiera es posible distinguir
una publicidad de otra, tan atiborradas
están nuestras calles y vías principales.
Y, como si fuera poco, aprovechando los recientes movimientos de
tierra del aeropuerto, han aparecido sendos espacios disponibles para pautar en
ellos. Yo me pregunto:
¿cuántos de estos avisos cumplen con la normatividad vigente? ¿A quién
beneficia el manejo que la administración le ha dado ala publicidad visual
exterior?
Finalmente, el control a las edificaciones merece por lo menos dos
artículos, no sólo porque es vital hacerlo, para que se cumpla con lo
establecido en las normas del POT, sino porque desde hace muchos años es
prácticamente inexistente.
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