jueves, 14 de agosto de 2014

CANDIDATURAS EN EL PARTIDOR

Concluido el debate presidencial, con los resultados por todos conocidos, se inicia el trámite de candidaturas y aspiraciones para ocupar los primeros cargos de municipios y departamentos, en todo el territorio nacional.  Y Pereira, ciudad en la que funcionarios, ciudadanos preocupados y concejales -entre otras especies variopintas- mantienen en permanente campaña, no es la excepción.

Pareciera consenso general el hecho de que la ciudad necesita un cambio de rumbo. No obstante, y a pesar de constituir el tema predilecto en corrillos, mentideros, clubes y restaurantes, no se vislumbra la manera cómo realizar esta transformación.

Para empezar, las buenas intenciones se disuelven en la realidad de las alianzas políticas, la imposición de grandes sumas para poder llevar a cabo una campaña “competitiva”, y la apatía generalizada de los ciudadanos, aquellos que no están cooptados por las maquinarias políticas.  Una indiferencia que si uno se pone a desentrañar, encuentra muy concordante con la vida contemporánea, líquida, banal, de un hiper presentismo que castiga toda idea de sacrificio y de aporte a la construcción de un futuro.

Modificar estas tendencias es un imposible para un ciudadano individual, que desee someter su nombre a consideración en el debate político.  Estas circunstancias tienen más fondo que la tan cacareada pérdida del civismo, y están en relación con procesos sociológicos, que provienen de las lógicas del sistema económico. Así, tan contundentes, son las tendencias sociales, y para actuar en ellas es menester primero entenderlas.  Aunque, no sólo esto basta.  Se requiere un plan meditado y consensuado, para posicionar convenientemente a un personaje como la alternativa que los votantes “compren” el día de elecciones, usando para ello su deseo, y no las prebendas o los millonarios recursos con los que ramplonamente se mercantiliza el ejercicio político tradicional, en su incapacidad de construir el “relato” a partir del cual sería posible hacerse elegir de otra manera.

Si las cosas siguen como vamos, todo se quedará en buenos deseos.  Veremos desfilar por la palestra a los mismos de siempre, viejos conocidos,  reencauchados, y otros pretendiendo ser novedades que hace rato están contaminadas con las malas costumbres politiqueras. 

Una lástima.  Existen, como es obvio, excepciones a la regla, y hay ciudades que han logrado significativas transformaciones eligiendo buenos alcaldes. Pero este ideal no se logrará sin una unión generosa del sector privado, alrededor de una alternativa posible, y ello requiere meterse la mano al bolsillo.  Así son las cosas.  De lo contrario, ¡apague y vámonos!




No hay comentarios:

Publicar un comentario