jueves, 1 de agosto de 2013

UN LUNAR DE LOS FEOS

Un alto funcionario de la Alcaldía me decía que esta administración tiene el propósito de renovar varias zonas de la ciudad: el barrio Mejía Robledo, los barrios Corocito y Berlín, la Avenida del Río, lo que resta de Ciudad Victoria y Egoyá, etc.

Todo eso suena muy bien y debería quedar refrendado en la formulación del nuevo POT.  No obstante, algunas de las zonas mencionadas precisan el tratamiento de renovación, otras no.  Eso se puede discernir claramente haciendo un estudio de los precios del suelo y verificando aquellos  lugares en los que la economía legal no encuentra cabida y el deterioro sea evidente.  Lo cierto es que hay que escoger una sola  de las que sí lo requieren, y empezar a trabajar ya!

La lógica señala que lo sensato sería continuar con el proceso de ciudad Victoria.  Algo se trató de hacer en la administración anterior,  sin mayor éxito porque,  por supuesto,  es mucho más sencillo hacer renovación con la chequera del Estado que a punta de gestión para que los particulares inviertan recursos privados. 

En el gobierno de la Dra. Martha Elena Bedoya se destinaron para ello cuantiosos recursos públicos,  que quedaron muy bien invertidos y libraron a la ciudad de tener la “olla” a escasas tres cuadras de la plaza central.    Sin embargo, como era previsible, estas actividades ilícitas se desplazaron unas pocas cuadras, ubicándose en la Avenida del Ferrocarril debajo de los puentes de la 9ª y la 10ª.

En mi criterio, se debería empezar por ahí.  Sería continuar Ciudad Victoria para el otro lado.  Pero, ¿para dónde los llevamos?.  Bueno, existen en la ciudad  lugares hacia los que se podría propiciar una reubicación dirigida de estas actividades.

Cuando fui funcionaria pública esgrimí esta teoría,  que no tuvo acogida porque políticamente es arriesgada.  Sin embargo, yo la considero de un gran sentido práctico:  seleccionar con criterio el sitio donde habrían de localizarse estas actividades,  un espacio bien ubicado pero algo aislado, y propiciar su traslado.

Al no hacerlo, condenamos a la ciudad a que estas actividades se asienten en los emplazamientos menos indicados, como pasa hoy que están en plena entrada de la ciudad, marcando un deterioro significativo y destruyendo con su fuerza corruptora las áreas aledañas.  Además, se disgregan, lo que hace más difícil su control.  Es mejor tener una sola “olla” que varias regadas por toda la ciudad.

Es que no podemos decirnos mentiras, el micro tráfico,   y las actividades asociadas,  sobrepasan la capacidad de acción de cualquier Alcalde.  Eliminarlas del todo es imposible, mientras la droga siga siendo un negocio de carácter transnacional, que desborda a las autoridades locales por la fuerza de las leyes del mercado.   Por eso es mejor dirigir su reubicación que dejarla al libre albedrío, es menos costoso para la ciudad y facilita su control. 

Renovación hay que hacer pero, como dicen, el que mucho abarca poco aprieta!!!  Estos son procesos tan complejos que no es posible realizar varios al mismo tiempo, hay que decidirse y empezar a quitar los lunares,  de uno en uno!!!

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