Un alto funcionario de la Alcaldía me decía que esta
administración tiene el propósito de renovar varias zonas de la ciudad: el
barrio Mejía Robledo, los barrios Corocito y Berlín, la Avenida del Río, lo que
resta de Ciudad Victoria y Egoyá, etc.
Todo eso suena muy bien y debería quedar refrendado en la
formulación del nuevo POT. No obstante,
algunas de las zonas mencionadas precisan el tratamiento de renovación, otras no. Eso se puede discernir claramente haciendo un
estudio de los precios del suelo y verificando aquellos lugares en los que la economía legal no encuentra
cabida y el deterioro sea evidente. Lo
cierto es que hay que escoger una sola de
las que sí lo requieren, y empezar a trabajar ya!
La lógica señala que lo sensato sería continuar con el proceso de
ciudad Victoria. Algo se trató de hacer
en la administración anterior, sin mayor
éxito porque, por supuesto, es mucho más sencillo hacer renovación con la
chequera del Estado que a punta de gestión para que los particulares inviertan
recursos privados.
En el gobierno de la Dra. Martha Elena Bedoya se destinaron para
ello cuantiosos recursos públicos, que quedaron
muy bien invertidos y libraron a la ciudad de tener la “olla” a escasas tres
cuadras de la plaza central. Sin embargo, como era previsible, estas actividades
ilícitas se desplazaron unas pocas cuadras, ubicándose en la Avenida del
Ferrocarril debajo de los puentes de la 9ª y la 10ª.
En mi criterio, se debería empezar por ahí. Sería continuar Ciudad Victoria para el otro
lado. Pero, ¿para dónde los llevamos?. Bueno, existen en la ciudad lugares hacia los que se podría propiciar una
reubicación dirigida de estas actividades.
Cuando fui funcionaria pública esgrimí esta teoría, que no tuvo acogida porque políticamente es
arriesgada. Sin embargo, yo la considero
de un gran sentido práctico: seleccionar
con criterio el sitio donde habrían de localizarse estas actividades, un espacio bien ubicado pero algo aislado, y
propiciar su traslado.
Al no hacerlo, condenamos a la ciudad a que estas actividades se
asienten en los emplazamientos menos indicados, como pasa hoy que están en
plena entrada de la ciudad, marcando un deterioro significativo y destruyendo
con su fuerza corruptora las áreas aledañas.
Además, se disgregan, lo que hace más difícil su control. Es mejor tener una sola “olla” que varias
regadas por toda la ciudad.
Es que no podemos decirnos mentiras, el micro tráfico, y las actividades asociadas, sobrepasan la capacidad de acción de cualquier
Alcalde. Eliminarlas del todo es
imposible, mientras la droga siga siendo un negocio de carácter transnacional,
que desborda a las autoridades locales por la fuerza de las leyes del
mercado. Por eso es mejor dirigir su reubicación que
dejarla al libre albedrío, es menos costoso para la ciudad y facilita su
control.
Renovación hay que hacer pero, como dicen, el que mucho abarca
poco aprieta!!! Estos son procesos tan
complejos que no es posible realizar varios al mismo tiempo, hay que decidirse
y empezar a quitar los lunares, de uno
en uno!!!
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