martes, 19 de marzo de 2013

LAS 100 MIL VIVIENDAS Y LA INDUCCIÓN DE LA POBREZA


No hay nada que empobrezca más que sentirse pobre, sin esperanzas, casi desahuciado.  Existe incluso un libro, publicado en 1.996, llamado “Reparando Ventanas Rotas”, el cual considera que el abandono induce al caos, a la total anarquía.  Aunque este libro está enfocado hacia la sociología urbana, específicamente hacia la criminalidad, en el fondo refuerza el concepto de la importancia de preservar la autoestima colectiva.

Los mal llamados socialistas del siglo XXI, Venezuela como su paradigma, han llevado a la población a una total dependencia, que anula la iniciativa individual.  Sentarse en la casa, a esperar sucesivos “cheques” que gira el Estado, cuyos fondos se nutren de la explotación, finita, de los recursos naturales, no le viene bien a ninguna sociedad, no construye presente ni cimenta las bases de un buen futuro.

Algo así, con una chequera menos gorda, es lo que ha venido haciendo este gobierno, entregando subsidios a diestra y siniestra, y, en el culmen de su estrategia asistencialista, regalando casas. 

Es cierto que hay miles de personas sin techo y que las políticas de gobiernos anteriores no lograron disminuir la brecha entre la oferta y la demanda, en el sentido de acercar los precios mínimos en los que se puede  ofrecer soluciones habitacionales a los exiguos recursos con los que cuentan las familias sin casa.  No se las logró insertar en el sistema financiero, porque somos un país eminentemente informal,  en el cual la demanda insatisfecha no posee un trabajo de calidad.  Aunque los ingresos a veces alcancen para sustentar el endeudamiento, no se tienen los respaldos de seguridad social y laboral que den las garantías suficientes al sistema bancario.  Y, sobre todo, no se han logrado aplicar los mecanismos legales vigentes para frenar la especulación de la tierra en los centros urbanos. 

Hay que saber que los márgenes que perciben los constructores formales por la construcción de viviendas,  catalogadas como de interés prioritario o social, son mínimos, que sólo un ejercicio de volumen y con una gran caja privada que apalanque los proyectos hasta lograr los desembolsos, justifica embarcarse en el propósito de construir estos de proyectos.  Aquí, el que gana sigue siendo el mismo, el que ganó en las sociedades feudales y gana hoy en esta sociedad semi feudal: el dueño de la tierra.

No es regalando 100 mil unidades como se va a solucionar el problema de la vivienda en Colombia, que de paso se percibe como una burda estrategia politiquera (no es sino ver la meticulosa repartición que se hizo de las mismas en todo el país).  Además, se olvidó que los beneficiaros de este dudoso presente tendrán que pagar servicios públicos y prediales, a lo cual no están acostumbrados,  y que no tienen los recursos para hacerlo.   Regalar las cosas completamente es un mensaje de inferioridad para los sujetos del regalo, es graduarlos de incapaces.  Y es allí donde se afecta la autoestima colectiva de una sociedad, de un país. 

2 comentarios:

  1. Cordial saludo,
    Este es un articulo bastante pobre, con pocos argumentos de peso, una crítica más de las que estamos ya acostumbrados y ninguna propuesta seria, es decir lo mismo de siempre, somo muy buenos para destruir lo que otros intentan construir. Esta es Colombia en donde a toda propuesta buena o mala, salen mil detractores que aunque carezcan de argumentos se sienten con la necesidad de expresar su opinión y bien esta también es Colombia, en la que podemos dar nuestros puntos de vista.

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  2. Me parece muy acertado, cuando al pueblo se le entrega todo, se recuesta en su casa a la espera de recibir cada vez más, a la dependencia del estado y de los politiqueros....De esta forma terminamos por construir más miseria...

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