martes, 12 de marzo de 2013

La política, una condición esencial del ser humano


No existe un término en el que confluyan tantas opiniones negativas, desprecios y desconfianza como el de político.

Sin embargo, siendo ésta la persona que tradicionalmente ejerce la política, se ha concentrado en él, y en la actividad que realiza,  todo tipo de prevenciones que, para resumir, están relacionadas con la corrupción y el manejo indebido de los recursos públicos. Y no faltan razones para ello.  

Esto nos lleva a una reflexión,  que nos remite a la esencia misma de la democracia, sistema en el cual convivimos, y que, aunque imperfecto, constituye la base de la sociedad moderna.  Los ciudadanos no podemos dejar de ser políticos para convertirnos en simples consumidores.  Todos tenemos que ser políticos y participar en la toma de decisiones y en la implementación de planes y proyectos, para que el funcionamiento social sea adecuado.  La política no es una opción, es una obligación en un sistema democrático, y cuando uno, como ser individual, no hace la política, está condenado a presenciar como otros la hacen,  y expuesto a las consecuencias.

He leído que,  recientemente,  se ha instalado en Pereira un comité que pretende la revocatoria del actual Alcalde.  Estas iniciativas pueden encontrar eco en una población que se siente maltratada por las decisiones de aquellos que, envanecidos,  ostentan el poder.  Es simpático constatar como su ejercicio prepotente y autoritario, lleva a que se limiten, en el tiempo, los períodos de “reinado”, de aquellos que sin ninguna consideración de los intereses generales más parecen verdaderas empresas,  destinadas al beneficio particular del poderoso y de su séquito.

No son pues eternos los malos gobiernos, gracias a Dios, pero se la pasa muy mal, mientras duran.  Obviamente, en algún momento,  viene la reacción, aunque el enceguecido poderoso se vea sorprendido, tan poca es la autocrítica que impera en este medio.  

Sin embargo, no creo que la revocatoria del mandato sea un camino acertado.  Todavía albergo la esperanza de que los mandatarios de turno tengan la lucidez suficiente para saber que el poder es finito, y que traten de enmendar los errores que hayan podido cometer,  y se abstengan de llevar a cabo iniciativas abusivas (malbaratando los recursos, trayendo contratistas foráneos para las grandes obras, comprometiendo la viabilidad financiera de las empresas públicas, etc).  Además, no considero que desestabilizando las instituciones se llegue a nada bueno.

Eso sí, ciudadanos, no sigamos haciendo el quite a la política, despreciándola y dejándola en el oscuro rincón de las cosas indeseables.  Porque, si seguimos por este camino, muy malo será el pronóstico, y lo que tanto trabajo le costó construir a nuestros antepasados se puede eclipsar de un momento a otro, ante nuestros ojos que pasivamente contemplan el espectáculo de la decadencia.  Cada período de gobierno tiene un comienzo y un fin. Yo quisiera saber dónde se está gestando el nuevo comienzo.

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