martes, 12 de julio de 2016


LA APARIENCIA ES IMPORTANTE


Recorriendo las avenidas principales puede verse hoy en día una ciudad bastante limpia. Por lo menos en sus lugares más visibles.

Y no es un tema de poca monta.  Porque la idea general que unos habitantes se hacen de su identidad, como pertenecientes a una ciudad, pasa, precisamente, por tener una percepción, así sea consciente o inconsciente, de la dignidad de su habitar.  El aseo es el primer factor que interviene en la construcción de la idea de dignidad de sí mismos.

Es seguro que este resultado ha sido logrado por varias instituciones conjuntamente, y, para que el efecto fuese más profundo, sólo restaría mejorar el estado de las vías.  La malla vial con sus carpetas de rodamiento en óptima condición completan la sensación de habitar un lugar bien cuidado, administrado de manera eficiente.

No es tampoco irrelevante esta sensación desde el punto de vista de la seguridad ciudadana, para la cual, además del aseo y el buen estado de zonas verdes y jardines, es imperativo contar con una iluminación suficiente.  La luz artificial aleja a los malhechores e invita a los ciudadanos a hacer uso del espacio público sin temor a ser atacados.

Recorriendo el centro, en cambio, hay una sensación ambivalente.  Por un lado se han despejado algunos andenes de la ocupación indebida del espacio público, y eso es positivo.

Pero, duele ver, por ejemplo, una plaza de mercado ambulante ubicada incluso en la fachada del emblemático edificio Lucy Tejada, sede del Instituto de Cultura.

Para mi consuelo, o desconsuelo, recuerdo que ya en 1977, en la Tía Julia y el Escribidor, Vargas Llosa mostraba este fenómeno imparable de la ruralización de la ciudad latinoamericana, haciendo referencia a la contradicción existente entre la Biblioteca Nacional de Lima (la ciudad letrada) y la invasión del espacio público de la Avenida Abancay (representativa de la ciudad como promesa de la modernidad), repleta de migrantes del campo a la ciudad que vendían todo tipo de chucherías, baratijas, comestibles, etc.  

La literatura y las ciencias humanas nos aportan otra percepción de los problemas que nos aquejan, construyendo una mirada con perspectiva histórica, que consulta aspectos sociológicos y antropológicos. No obstante esa mirada más comprehensiva,  debe entenderse que para enfrentar los problemas de difícil solución se requiere voluntad y decisión, y, sobre todo, funcionarios alejados de los intereses politiqueros, que tanto mal le hacen a la administración de lo que nos es común.


Es verdad que lo mejor sería contar con soluciones de fondo, pero también es cierto que la forma y la apariencia empiezan a construir un sentido de pertenencia e identidad ciudadana, que puede transformarse, con el tiempo y la persistencia,  en un modo de vida de carácter definitivo.



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