¿Han notado, quienes transitan por la calle 21, a la altura del
Parque Olaya, la cantidad de muchachos que se dan cita en esa “esquinita” del
parque, a hacer ejercicio en las máquinas instaladas allí por la Alcaldía?
Parece casi un pequeño tubo de ensayo, en el que se está probando
que los parques dotados tienen audiencia.
Es así que, históricamente, la zona que mantiene en mejor estado,
concurrida y utilizada convenientemente, en este mismo parque, es la que cuenta
con las canchas de baloncesto. Allí se
llevan a cabo campeonatos, las personas juegan, trotan, pasean a sus mascotas, y,
por ende, el parque allí es seguro.
Habría que compararla con el área más oriental, en inmediaciones de la
antigua estación del ferrocarril: una zona sola, en la que se acumula la basura
y que no tiene, por lo regular, ningún uso.
Se podría lanzar una teoría aventurada: lo que requiere la ciudad
no son espacios verdes, porque ella misma está emplazada en un maravilloso
espacio natural, diverso y prolífico, lo que se necesita son espacios públicos
dotados.
Mientras tanto, los que planifican siguen buscando indicadores definidos
por etéreas organizaciones, cifras teóricas que no consultan la realidad de las
pequeñas ciudades de provincia de países en desarrollo, con sus problemáticas
de administración y, sobre todo, con su constante falta de recursos. Y se sigue soñando con hundimientos de
avenidas y vías elevadas.
Yo preferiría acciones más humildes pero más concretas, menos
costosas y más “rendidoras”. Dotación masiva
de espacios públicos, para convertirlos en lugares de encuentro y
actividad. Un buen plan de vías, que
priorice las intersecciones que se requieren con urgencia, y los tramos de vía
inconclusos, para consolidar circuitos que descongestionen las avenidas
principales. Construcción de andenes,
para que la gente pueda caminar con seguridad. Un programa conveniente de parqueaderos,
para descongestionar las vías existentes, y para que las personas no tengan que
disputarles a los carros el derecho a caminar por los andenes. Una ciclo ruta por la Avenida Treinta de
Agosto (qué pena ser tan repetitiva, ¡¡es que no es sino demarcarla!!). En fin, menos sueño y más concreción, eso le
vendría bien a esta ciudad.
Me acuerda de una Alcaldesa que tuvimos que salía con escoba a la
calle. Puede ser una imagen pintoresca, pero a veces lo que falta es barrer,
sacudir, pintar la fachada: ¡la verdad es que nos falta orden y nos sobra
retórica!
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