Hace ya un mes que se anunció, con bombos y platillos, la
implementación de un plan para mejorar la movilidad en Pereira. Contiene el tipo de acciones que provienen del sentido común y que, en buena hora, un grupo de funcionarios se puso en la tarea
de recopilar.
Restricciones al parqueo de vehículos en los corredores
periféricos, y en los de acceso y salida
del centro tradicional - carreras 4ª y 9ª y las calles 14, 16, 17, 21, 24 y 26
(incluyendo levantamiento de las zonas azules)-; cerramiento de algunos cruces
inconvenientes o poco usados (como el de acceso al barrio El Jardín, que cruza la avenida de las Américas en
sentido sur – norte, el de la calle 24 cruzando la Avenida 30 de Agosto, uno en
Invico, etc.); protección al carril exclusivo del Megabús, para que no sea invadido por particulares; entre
otras iniciativas como señalización de cebras, sincronización de semáforos, y control al transporte ilegal.
Aunque un poco tímido, el plan tiene buenas propuestas que, con
toda seguridad, habrían contribuido a mejorar los desplazamiento en la ciudad. No se trata, solamente, de la insuficiencia de la malla vial. La que tenemos está, además de llena de
huecos, invadida por ocupantes ilegales
del espacio público y por las “odiosas”
zonas azules, y la fluidez del tráfico se garantiza conservando la capacidad
instalada y mejorando el tiempo de espera en las intersecciones.
Digo “habrían contribuido” pues no parece que vayan a
implementarlas. Ya hubo declaraciones diciendo que lo de las zonas azules había
que revisarlo, porque de ellas depende
Multiservicios (argumento que lo deja a uno muy pensativo). Y tengo entendido que en cuanto al cierre de
los giros, por lo menos en el caso del barrio El Jardín, se echaron para atrás
apenas vino la previsible protesta de la comunidad.
Aunque en la prensa decía que el grupo que elaboró las propuestas
estaba “liderado por el propio Alcalde”, considero que él no debería someterse
a ese desgaste. Puede delegar en sus subalternos:
¡que asuman lo que les corresponde!. Se
sabe que ejercer autoridad teniendo a todo el mundo contento es imposible, no
obstante, ser empleado público es, ante todo, un servicio que implica asumir
ciertos riesgos. Si es para no hacer
nada, so pretexto de que es aventurado jurídicamente o costoso políticamente,
es mejor que se dediquen a otras actividades.
Claro que “escurrir el bulto” sucede, generalmente, cuando el gabinete está “lanzado”, como en este caso a escasos diecinueve meses
de mandato del jefe. Pero, ahí sí le
toca al Alcalde poner orden, los responsables de las dependencias son
funcionarios, no candidatos.
¡Qué desilusión! Ya veía a
la ciudad libre de esa especie de “extorsión oficial” que son las zonas azules,
por lo menos en algunos lugares. Sentí,
por unos días, que se estaban haciendo esfuerzos por tomar medidas sencillas y lógicas, aunque de estas no se desprendieran
mayores contrataciones. O, ¿será que un mes de espera es un plazo demasiado corto para quedar
desilusionada?. Puede ser…